Según pasan los días y se acerca la fecha de partir rumbo a Gaza arrecian las presiones de Israel para que no salga la «Flotilla de la Libertad». Tales tentativas para impedirlo tienen dos destinatarios: los estados para que no dejen zarpar los barcos y los miembros de la flotilla.

Ante todo, las presiones sionistas se centran sobre aquellos estados a los que consideran de mayor debilidad política y económica. A ello no ha podido menos que incorporarse el patrón mayor, los Estados Unidos, el estado que protege e impide con su veto que el Consejo de Seguridad tome medidas contra su pupilo cuando comete desmanes. Nada menos que la secretaria de estado Hilary Clinton, acaba de condenar, en Filipinas, a la flotilla bajo la acusación de ser unos provocadores, con lo que da carta blanca a Israel para atacarla; pero, ¿cómo es posible tal acusación contra una coalición que no pretende hollar aguas internacionales israelíes y solo porta a Gaza ayuda humanitaria y sobre todo esperanza? ¿Y no diga una palabra para proteger a los ciudadanos que en ella participan ni para condenar a Israel por convertir a Gaza en el mayor campo de concentración del mundo?

Nos preocupa que países democráticos, entre comillas, puedan ceder a esta presión haciendo cesión de su legitima soberanía y de la libre circulación marítima por presiones de estados que vienen haciendo de la guerra y del intervencionismo militar su razón de ser. De momento tales medidas han dado sus frutos en el caso del cargo americano que está inmovilizado en un puerto griego. También el buque de carga español ha sufrido una minuciosa inspección; se han corregido las pequeñas insuficiencias señaladas por las autoridades portuarias. No obstante, sería nuestro deseo de que tal revisión se dirigiera también al cargamento como prueba de que no tenemos nada que ocultar, que nuestras mercancías son legales y no tienen otro fin que dotar de cemento, material escolar y sanitario a una sociedad que el estado de Israel quiere privar de lo necesario. ¿Qué tiene eso de malo ni de provocador?

Desearía mencionar la dignidad que en este caso esta mostrando el gobierno sueco declarando legal la flotilla, conforme al derecho internacional, reconociendo su razón de ser y negándose a admitir presiones de un estado que incumple por principio los derechos humanos y la legalidad internacional.

Mientras tanto Israel, como no podía ser menos, prosigue también con sus amenazas a los integrantes a la flotilla: «estamos vaciando las prisiones de delincuentes para encerrar a los brigadistas». Tales palabras sobran para mostrar cuál es su talante. Los defensores de los derechos humanos irían a prisión mientras los que salen de ella se unirían a tantos delincuentes de ese estado que practican la rapiña de tierras, aguas y casas de palestinos.

No obstante, esto no nos arredra a los brigadistas españoles; vamos con la convicción de defender una causa justa y nos negamos a ser cómplices de las maldades de un estado y del escandaloso silencio, cuando no del colaboracionismo de muchos estados.

Nosotros, desde un lugar del Mediterráneo, seguimos adelante con nuestro proyecto. Sabemos que el pasado fin de semana un grupo de personalidades de la política y la cultura española dieron una rueda de prensa en Atenas; entre ellos estaban el eurodiputado Willy Meyer, la diputada valenciana Marina Albiol, el escritor Santiago Alba, los artistas Willy Toledo y Mercedes Lezcano; presentaron a los medios una reproducción del Gernika realizada por doce artistas vascos, como una donación del ayuntamiento de Gernika al pueblo de Gaza. Y mientras tanto en un lugar del Mediterráneo los brigadistas asturianos estamos esperando la orden de zarpar a bordo del Gernika. En estos momentos también no puedo menos que recordar a la «Novena», la compañía de los republicanos españoles que liberó París de la barbarie nazi: entre los blindados con nombres como «Guadalajara», «España Cañí», «Ebro», «Madrid», «Jarama» y «Don Quijote» también estaba el Gernika, llevando la bandera de la libertad y la solidaridad.

Y para concluir el deseo de que el gobierno griego anteponga los principios de su legado democrático a las presiones de la etnocracia israelí que vulnera por principio los derechos humanos y sojuzga al pueblo palestino. Demandando nuestro derecho a navegar y a ayudar a Gaza estamos personas de cincuenta países y con los brigadistas españoles, ocupando un lugar preferente, dos judíos muy queridos: Soha y Alejandro.