Mi afición a la jardinería me obliga a preparar los instrumentos para llevar a cabo la poda de los árboles frutales que tengo en la finca.

Reconozco que al ser una tarea extraordinaria, no es de mi agrado y, cada vez que tengo que hacerlo, me produce una sensación de inquietud, pues cada rama que corto lleva consigo un poco de mi afecto al árbol que la sostiene.

En principio, la estación preferible para la realización de la poda es en invierno, no siendo recomendable que esté muy avanzado, pues si la primavera se anticipa puede traer consecuencias no esperadas.

Defienden los agricultores como una característica importante que la poda se realice en menguante, es decir, cuando la Luna (que es mentirosa), presenta una C en su forma. Ello, al parecer, es para que las cicatrices del corte curen con prontitud, ya que si se hace con Luna llena o creciente su sangría puede hacer daño al árbol y, en definitiva, al futuro fruto.

La herramienta debe ser rígida y con buen filo, que produzca corte limpio y fuerte, de tal forma que no quede malherida la rama, y siempre de forma inclinada de arriba hacia abajo para que baje la savia sin dificultad.

Pero la duda mayor viene al decidir qué rama cortar. Hay que elegir la rama, su altura, la forma, la situación de los brotes, su edad, su grosor? A mí me produce dolor realizar el corte y a veces parece que me lo doy yo en un brazo.

La elección de la rama no debe olvidar la eliminación de los brotes chupones existentes, que aunque se eleven con gran vigor y fortaleza no dan fruto y absorben la riqueza que le proporcionan las raíces.

Me mueve, sin embargo, a realizar la poda la esperanza del bien que hago al árbol y al fruto que dará tras el brote primaveral.

A veces miro la rama y me cuesta cortarla, sobre todo porque veo que quedan huecos vacíos al hacerla desaparecer. Reconozco que a llevar a cabo esta tarea me está enseñando mi mujer, que pinta (claro como todas), y como sabe mucho de los espacios, paisajes y horizontes, siempre me comenta: «No te de pena la rama, lo importante es el árbol».

¡Qué curioso! cuando estoy terminando estas anotaciones sobre mi afición me ha venido a la mente que también se puede hacer en menguante una buena poda en los partidos políticos.