Ahí están, bien pronto y a la vista de todos, las consecuencias de meter a un socialista en un Gobierno del PP. Me refiero, claro, a Gallardón.

Paso de largo sobre su empeño y celeridad a la hora de echarle una mano a los pobrecitos notarios que, como todo el mundo sabe, son unos profesionales al borde de la indigencia. SOS Notarios como si fuesen ballenas en trance de desaparición. En lo sucesivo podrán casar y divorciar -y, claro, cobrar- y si aún así no llegan a fin de mes Gallardón puede establecer por ley que cada vez que un ciudadano vaya de fartura con unos amigotes deba pasar por notarías y registros a fin de que el correspondiente escriba dé fe y anote para la historia la zampada, considerada como bien cultural inmaterial de la humanidad. ¡Una ayudita por amor al notariado!

Pero no, iba a otra cosa:

1) A instancias de ZP se promulgó la ley de matrimonio homosexual.

2) El PP la llevó al TC.

3) El TC, un tribunal político progre -o sea, un no tribunal-, como la ley es inconstitucional, ha dado largas y sigue en esas.

4) El PP llega al Gobierno. Todo el mundo esperaba que sacase una nueva ley.

5) Pues no. Y aparece Gallardón diciendo que, personalmente, le parece bien la ley de ZP.

Vamos a ver, señor ministro.

Sus opiniones personales no le importan a nadie nada de nada. O mejor, sus opiniones en materia trascendente no son nunca personales. Si en su día presentaron un recurso de inconstitucionalidad, ¿a qué viene ahora su declaración?

Obviamente, trata de presionar al TC ¡para que dé la razón a ZP!

En nada el TC desestimará el recurso.

Así el PP se quita de encima el asunto. En la oposición, contra la ley de ZP; en el Gobierno, a favor de la ley de ZP.

Rajoy, en menos de dos meses, promete ser más mentiroso aún que Zapatero.