La idea de flexibilizar el mercado de trabajo en teoría es buena y debería traducirse en mayores facilidades para contratar y crear empleo productivo y, por tanto, prosperidad. Si bien también son importantes las circunstancias, donde puede haber situaciones contradictorias. Con el nuevo proyecto de normativa laboral del Gobierno, en relación al artículo 52 del Estatuto de los Trabajadores, sobre un 20% de faltas justificadas al trabajo en dos meses (unos 10 días) como causa de despido, viola claramente el artículo constitucional 43.1: «Se reconoce el derecho a la protección de la salud». Que inspeccionen y controlen todo lo que precisen para evitar el fraude, pero solo faltaría que un gobierno intervencionista también quisiera prohibir el ponerse enfermo.

A mi juicio, los 3.000 euros por contratar a un menor de 30 años son oportunos, en cambio la indemnización por despido de 45 o 33 o 20 días debería ser según la situación económica de la empresa: por despido improcedente y si tiene beneficios, que pague 45; pero si es justificado y tiene pérdidas, tanto 33 como 20 es demasiado. También hay dos aspectos clave no muy concretados: los jóvenes en formación y las mujeres «a tiempo parcial». ¿Es mejor que un chico de 17 años o una madre que lo quiera pueda trabajar 4 horas al día por 600 euros o que esté en el paro? Hay que fijarse en las naciones europeas que tienen más nivel de vida y mucho menos paro que España -aunque ellos tampoco han recibido 5 millones de inmigrantes en los últimos 15 años-, es notorio que no todos han reaccionado igual al pinchazo de la burbuja financiera e inmobiliaria.

Conceder grandes titulares a las agencias de calificación de la deuda parece excesivo, acaso en vez de buscarse la noticia llamativa se cae ya en el sensacionalismo, cuando sus interpretaciones de la capacidad de pago de un país son subjetivas, si no sesgadas. En USA, con elecciones presidenciales en noviembre, el demócrata Obama ha presentado un presupuesto anual de 3,8 billones de dólares y más de un billón de déficit (8,5% del PIB anual), y ninguna de ellas se ha atrevido a quitarle el sobresaliente de «la triple A». Aunque todos los precandidatos republicanos despotriquen del plan de Seguridad Social universal de Obama, allí -al contrario que en Europa- no tienen tanto un problema de exceso de gasto público en relación al tamaño de su economía, cuanto de ingresos relativamente bajos, especialmente desde la época de revulsivos de Reagan.

Entre tanto, en Asturias estaremos otro semestre entre paréntesis. Con el gran temor si el Gobierno nacional está esperando a que pasen las elecciones, además de las asturianas, sobre todo las andaluzas del 25 de marzo, cautivado por agradar a sus socios europeos, para empeñarse -o peor, despeñarse- en recortes «a la portuguesa» aún más impopulares y drásticos, con la manía del déficit cero cuanto antes y a cualquier precio (precio de «parados»). Esperemos que rectifiquen. Remontaremos aún con su lastre, porque la economía mundial crece a un 3 o 4% en 2012, y cualquier año acabarán viniendo más alemanes o chinos a Benidorm o Marbella, y a pesar de sus consignas políticamente correctas para acomplejados. La verdadera felicidad consiste en gustarse a sí mismo.