Con más de 35 años de trayectoria, «Ñu» es uno de los grupos más representativos del sonido madrileño de los años 70 y 80, abanderando el discurso musical del sello Chapa (en el que se integraban bandas de rock progresivo, heavy metal y un rock'n'roll más urbano). La presencia de flauta travesera y armónica en la banda aportó, además, influencias procedentes del folk, el blues y la música medieval, propiciando así una mezcla muy personal que supuso todo un referente para muchos grupos de rock que vinieron después. La actividad del grupo en los últimos años ha sido muy irregular, prodigándose poco en directo y con varios cambios de formación. Por ello, esta doble cita resultaba más que interesante, máxime teniendo en cuenta que se habían anunciado repertorios diferentes para cada día. Y así fue, en cierto modo. Aunque muchas piezas se mantuvieron ambos días, en la segunda actuación hubo espacio para rendir tributo a otros músicos, mayoritariamente de los 60 y los 70 («Jethro Tull», «Focus», «Deep Purple» o Ennio Morricone), que fueron importantes referentes para la banda.

El quinteto que actuó en Gijón fue el mismo que grabó su último trabajo de estudio, «Viejos himnos para nuevos guerreros» (Santo Grial, 2011). Su líder, el cantante y flautista José Carlos Molina, es el único que permanece en el grupo desde sus inicios. Su histriónica actitud escénica sigue siendo uno de los factores más dinamizadores de sus conciertos (lo que, para bien y para mal, forma parte del espectáculo de «Ñu»); el baterista Javier Arnaiz «Bumper» es otro músico veterano, quien también ha tocado con «Vargas Blues Band» o «Barón Rojo», y que ya había grabado con el grupo trabajos como «Títeres» (Pies, 2003) o el DVD en directo en Madrid (Autoproducción de 2006); el teclista austríaco Peter Mayr también es compositor y arreglista, además de estar especializado en sonidos vintage. En directo utilizó, sobre todo, sonidos de piano y órgano; completaron la plantilla el bajista Ramón Álvarez y el guitarrista Nacho de Carlos, procedentes de las bandas «Winds of Glory» y «Beethoven R», respectivamente.

«Ñu» ofreció un completo repaso por toda su trayectoria, incluyendo la faceta más progresiva de sus primeros trabajos («Preparan», «A golpe de látigo» o «El flautista»), canciones directas en una línea más dura («Sé quién», «Más duro que nunca», «Tuboscape» o «Piratas del éxito»), baladas acompañadas de guitarra acústica o mandolina («La bailarina», «Tocaba correr» o «El juglar») o algunas de sus creaciones más recientes (como la instrumental «Títeres» o «Viejos himnos para nuevos guerreros»).

A pesar del paso de los años, la música de «Ñu» sigue conectando con una amplia audiencia de rock, sobre todo aquella que vivió la eclosión de grupos surgidos en la Transición (aunque también se pudo ver a aficionados más jóvenes). La amplia experiencia de los músicos contribuyó al buen fluir del repertorio, pese a algunos olvidos en las letras y pequeñas desincronizaciones instrumentales. Sin embargo, y a pesar de la alta intensidad y credibilidad que consiguen transmitir con sus actuaciones, en la canción final del segundo concierto hubo una sensación agridulce a partir del enfado de José Carlos Molina (a quien no le sentaron bien algunos comentarios pretendidamente graciosos de algunos espectadores), quien recogió sus instrumentos mientras sus compañeros seguían tocando y se negó a entonar las partes vocales correspondientes, evidenciando así su malestar. Aunque luego intentó calmar los ánimos y justificarse, este tipo de factores son los que contribuyen a engrosar la imaginería de la que se suele nutrir el espectáculo del rock, lo cual es una lástima. Sobre todo porque la música de «Ñu» no la necesita.