Seguramente la civilización la inventó el primer individuo inmemorial que insultó a su enemigo en lugar de lanzarle una piedra. Se supone que los hombres hemos alcanzado el máximo estadio de civilización de la historia de la humanidad, ya que actualmente nos insultamos con sumo desdén y elegancia; salvo en los programas de telebasura y en las tertulias de troyanos y tirios, donde sólo se ventila género verdulero en envase zafio y sin fecha de caducidad, huela a quien huela. Somos más educados que nuestros antepasados, lo cual no es óbice para atar al prójimo con una correa y pasearlo como si fuera un perro. Hay hombres que son lobos para otros hombres que a su vez les sirven de chucho para acomodo de sus malas pulgas.