Vientos de fronda en España, y no precisamente por la ciclogénesis que tenemos encima. Por fronda se entiende los levantamientos contra la corona francesa allá por el ecuador del siglo XVII y a cargo de los príncipes y señores territoriales. Vamos, como aquí ahora. La novedad es que va a más, como se ve en el tinglado que está montando la ultraizquierda andaluza de la mano de la ultracorrupta izquierda andaluza para resistir a la ley, a la justicia, a las decisiones democráticas -ya que están amparadas en la ley y en las mayorías- del Gobierno central, al sentido común, a la vergüenza histórica y a la otra, y lo que se quiera añadir.

Sálvese quien pueda, gritan desde los cenagales progres. Son capaces de todo con tal de salvar sus grandes negocios o sus magras sinecuras, que el régimen es piramidal con gentes variadas y unidas por un hilo común: la ventaja sobre los demás, que son los que no tienen el carnet del partido. Como la mafia.

Como llueven ajustes, la trinchera de la izquierda andaluza ha decidido resistir porque se les acaba el chollo.

Desde el Gobierno del PP les han dicho que igual que se intervienen estados se pueden intervenir autonomías. Una buena advertencia.

El programa del próximo Gobierno social comunista andaluz merece una intervención inmediata. Y después, pedir cuentas a Chávez y Griñán, porque no basta con meter en la cárcel a un ex consejero.

Lo que vale para Andalucía sirve para toda España. Si se quiere que la ciudadanía acepte los terribles ajustes, hay que meter en la cárcel a los culpables y no engañar con el programa electoral oculto.

Los socialistas no pueden protestar, pero usted y yo, amable lector, por supuesto.

El Gobierno popular tiene que abrir las compuertas a la justicia y lanzarse de cabeza hacia las comunidades rebeldes antes de que el problema crezca aún más. No sobra recordar que Francia salió como un cohete de la Fronda y de aquella se convirtió en la primera potencia mundial.