Oiga, señor Mas, ¿cómo que cuatro años para el referéndum y otros tantos para la escisión definitiva? ¿No se pueden acortar los plazos? Lo de la consulta debería ser ya, cuanto antes. A no ser que lo que se pretenda sea favorecer que la parte más anciana del censo -de educación, pensamiento y costumbres más, digamos, clásicas- vaya estirando la pata, al tiempo que la chavalería convenientemente adoctrinada durante estos años alcanza la mayoría de edad y, con ella, el derecho de sufragio. Porque, se pongan como se pongan, para mí que no lo tienen tan claro como dicen. Eso de que hacemos el referéndum y sale mayoritariamente que sí a la independencia, no sé, no sé. Eso hay que verlo. Y contarlo. Y recontarlo si es preciso.

Pero vamos, por la salud mental de todos, esto no puede dilatarse durante tanto tiempo, que acabamos zumbados de oír el mismo soniquete. Con los plazos propuestos por el Presidente de Cataluña, la historia se nos va a alargar más que el culebrón de la Baronesa Thyssen y su hijo -Borja, cariñín, llama a mamá y acaba con esto de una vez, que me estáis dando la comida y ya ofende el asunto-.

Que me expliquen por qué se convocan elecciones anticipadas si lo mollar queda aplazado hasta dentro de cuatro años. Que nos hacemos viejos, oiga. Y me gustaría saber qué opinan los catalanes -todos los catalanes con derecho a voto- antes de quedarme gagá-. Además, la maniobra de distracción para que la gente aparte los ojos del verdadero problemón que tiene delante deja de funcionar con el transcurso de los días, como el gas de la botella de espumoso abierta. Y cuatro años se pueden hacer larguísimos, casi interminables, para quienes están padeciendo las consecuencias de la peculiar gestión económica llevada a cabo desde la Generalidad.

No puede ser, señor Mas, haga lo que sea, pero no se eternice con la cantinela. Vaya adonde deba ir, a las instancias internacionales que sean precisas, pero consiga de una vez la legalización del referéndum y convóquelo de inmediato. La semana que viene, si es posible. Pero no lo deje para más adelante porque corre el riesgo de que, al final, los que se independicen seamos el resto.