El futuro de Gijón al Norte, la sociedad pública creada para gestionar la liberación del suelo del plan de vías y el diseño del nuevo entramado ferroviario de Gijón, de la que forman parte el Ministerio de Fomento, el Principado de Asturias y el Ayuntamiento gijonés, pende de un hilo. Necesita de un acuerdo urgente para refinanciar el crédito de treinta y seis millones de euros concedido por un consorcio de bancos y del que la pasada semana decidió descolgarse Liberbank. La sociedad se encuentra en situación de morosidad y las administraciones implicadas no parecen en disposición de poner un euro.

La Sociedad Gijón al Norte, S. A., se constituyó el 21 de noviembre de 2002, con el objetivo de gestionar el desarrollo urbanístico y ejecutar las obras de infraestructura correspondientes a los terrenos liberados en el entorno de las estaciones de Jovellanos y El Humedal. La ambiciosa propuesta consistía en el soterramiento de las instalaciones ferroviarias desde el Polígono de Moreda hasta El Humedal, tanto de Renfe como de Feve, la construcción de una estación conjunta de ferrocarril en El Humedal, la liberación de los terrenos ferroviarios y su urbanización y la integración de una estación de autobuses en el nuevo entramado. Este proyecto inicial ya se modificó en 2006, suprimiendo la estación en El Humedal por una en Moreda.

Una década después, y una vez suprimida la barrera ferroviaria y liberados los terrenos que habrá que vender para financiar la costosa operación -cuyo precio se va devaluando a medida que pasa el tiempo-, Gijón al Norte se encuentra más cerca de la disolución que de conseguir llevar a cabo hasta el menos ambicioso de sus objetivos. ¿Qué tenemos en Gijón después de diez años de vida de una sociedad gestora que ha hecho correr ríos de tinta? Apenas una estación provisional en Sanz Crespo con visos de permanecer en activo durante muchos más años de los inicialmente previstos; solares descampados que afean una de las entradas a la ciudad; y un túnel subterráneo inconcluso, ocurrencia de un iluminado que se ofreció como salvador de esta región, al modo de un moderno Jovellanos.

A la vista de la situación económica que atraviesa la entidad, Gijón al Norte y, por consiguiente, el plan de vías se encuentran en manos de los bancos. En una carrera contra el reloj, la sociedad gestora tiene que llegar con urgencia a un acuerdo con Santander, BBVA, el Instituto de Crédito Oficial y Bankia para renovar un crédito cuyo plazo expiró el 31 de diciembre pasado y tratar de conseguir que Liberbank reconsidere su decisión de desvincularse. Ya parece claro que el Ministerio de Fomento optará por una actuación menos ambiciosa, de manera que la gran obra pendiente en Gijón quedará en agua de borrajas.

En un escenario como el actual, de grave crisis económica y de fuertes recortes en los presupuestos de las administraciones públicas, carecen de sentido obras como las contempladas en el plan de vías. En un momento como el presente conviene actuar con realismo y olvidarse de las actuaciones faraónicas, algunas lacerantemente inconclusas, como el túnel del metrotrén, una obra carísima que se remonta a los tiempos en que Francisco Álvarez-Cascos se encontraba al frente del Ministerio de Fomento y cuyo mantenimiento sigue costando, a día de hoy, muchos miles de euros, para escarnio de una clase política que no sabe medir cuando dispara con pólvora ajena y que con frecuencia acaba vendiendo humo al ciudadano.