La Audiencia Nacional se ha pronunciado sobre la nulidad de los Eres/despidos de Coca-Cola en Colloto y otros puntos de la geografía española. Mi opinión sobre lo que sucedía ya la he vertido en esta columna sabatina antes de mutar el decenio de "Aquí, Bruselas" por el renovado "Con vistas al Naranco" (http://www. antoniomasip.net/2014/01/colloto-internacional.html). Luego también estuve en el mismo Colloto mostrando mi desesperada preocupación por la merma de la actividad industrial que sufre, por ende, Oviedo, Asturias, España, Europa... (http://www.antoniomasip.net/2014/05/masip-pide-al-sabadell-que-medie-contra.html).

Los sindicatos, con esta victoria procesal, se apuntan un gran tanto.

En cualquier caso, siendo de gran importancia las recolocaciones laborales, los derechos pasivos de los trabajadores y las ofertas y/o plasmaciones de indemnizaciones negociadas, muy respetables, es de muchísima mayor trascendencia la supervivencia de la actividad industrial. Estaría bueno que empresas en grandes beneficios se fueran sin paliar una parte del daño a los trabajadores, pero, siendo trascendente, lo fundamental es la afectación del tejido económico comarcal. Si mucho me he compenetrado con los trabajadores de Tenecco, a los que admiro, es por su generosa clarividencia de que luchaban no por arreglar su indemnización individual, sino el beneficio solidario que su propio trabajo genera.

Coca-Cola, y más tras la clara obligación impuesta por la sentencia, debería volver a abrir, con las reestructuraciones que negociadamente procedan, pero dotando de movimiento industrial a Colloto sino como antaño, al menos en línea con ese pasado industrioso, único camino de auténtico progreso social en esta hora europea.

Es lo mismo, a su nivel, que sucede con los obreros armeros de Trubia y La Vega. Ha sido un fraude descarado el engaño urdido entre General Dynamics y Santa Bárbara, con la complacencia culpable y animosa de los señores ministros de Defensa e Industria, para trasladar trabajadores de La Vega a Trubia, despedir con ensañamiento a 55 de ellos, dejar inactiva la Fábrica de Armas y malherida la llamada de Cañones, con olvido alevoso de la diversificación alternativa. He escuchado a esos despedidos y bien pienso que la actitud de General Dynamics, y quienes la amparan, no es de recibo.

Soy pacifista y no me gustan las armas pero no ingenuo para saber que lo no producido aquí se hará en otra parte, en tiempos de la lacerante globalización, y tengo demasiado conocida la lección que supedita las producciones españolas a Alemania y aun a los intereses americanos. Europa y los Estados Unidos se afanan, con un reciente escollo en materia bancaria, en ultimar un importante tratado comercial, en alguno de cuyos trámites estuve presente, pero no debe, bajo concepto alguno, conllevar dependencia en la actividad industrial y menos si cabe en la militar. No es aceptable que el Ejército español, en su modernización, se siga suministrando con marginación de las dos plantas que por históricos intereses se levantaron en los concejos de Grado (hogaño Trubia es de Oviedo) y Oviedo.

Se lo he expuesto al comisario Tajani en mi despedida bruselense, "con mi pie en el estribo" de la dedicatoria cervantina, aunque mi viaje esté exento de dramatismo y sea sólo la vuelta a donde solía.Vienen nuevos parlamentarios y también una nueva Comisión Europea, en la que cesará Antonio Tajani. Ideologías aparte, son muchos los servicios a Asturias que habremos de agradecer a este buen comisario italiano, y a Diego, su extraordinario jefe de Gabinete; mi último y obsesivo ruego es que transmitan algunos de esos asuntos a sus sucesores.

En cualquier caso, no vamos a renunciar a la actividad industrial en Oviedo y su hinterland.