Pero, vamos a ver ¿es que Oviedo no es una ciudad sexy? A mi no me cabe ni la menor duda de la potencia de ese vector carbayón. Y no titubeo sobre las ventajas de tal condición. El problema es el contrario: la nube de cuervos funerarios que la quieren convertir en... no, no daré nombres de urbes contra ejemplares pero ustedes ya me entienden.
Oviedo es supersexy pero de pronto aparece la chusma de la ceja, mil veces vendidos a los políticos progres y multidedicados a vejar los valores liberales -los de Oviedo, los sexy- y, claro, a la visera del Cagatrava le da un gatillazo. Bueno, tal flacidez era anterior y está sin explicar aunque todo el mundo sabe las razones. Eso sí que cuenta para las elecciones. Porque, amigo lector, que no te engañen, lo del Oviedo sexy va por ahí. Por las elecciones, quiero decir. Vamos, que el PP mezcla elecciones y erecciones.
Superdosis de ceja, fallida estrepitosamente y, entonces, contradosis de reliquias que no animan ni al más salido. Por el medio se propone como modelo a Bilbao, una de las dos o tres ciudades más feas de Occidente, y se anima un bulevar para salvar Santullano -¡vaya cara!- los vecinos lo rechazan y, entonces, caretas fuera aunque sea Carnaval: 500 viviendas para la Fábrica de Armas a tanto la comisión. Y más aún en los terrenos del viejo HUCA. Las mordidas son viagra infalible para quienes las reciben pero, ay, deprimen aun más al resto de la ciudadanía. Incluidos los de Socorro Cultura, siempre rastreando migajas.
Oviedo es supersensual. ¿No tenemos incluso un Cinturón Verde? Y qué decir de la casquivana Magdalena Villa. A mi ya solo me interesa lo que digan Ripa y Rosón.
(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente aquella canción de "La Polla récords" que decía: "Nunca quisimos hacerlo pero las circunstancias nos obligaron". Vale como himno del PP local).
