Alguien podría decir que Pilar Varela ha pagado un alto precio por dedicarse a la cosa pública: dos veces imputada para otras tantas resultar archivada la causa. Es cierto -y eso lo saben bien todos los políticos que han pasado por el Juzgado- que el trago de verse ante el juez desgasta mucho la imagen. Tanto es así que, de facto, esas dos imputaciones que han acabado en nada han descabalgado a Varela de la primera línea política, por el momento. Pero probablemente quienes más han cargado las tintas en estos asuntos hayan sido los propios políticos. Qué casualidad que sea justo cuando ellos empiezan a desfilar como imputados cuando se apresuran a cambiar la ley para sustituir el vocablo por el de "investigados" pese a que el otro se empleaba sin queja. Debería formar parte de la normalidad democrática que el poder judicial investigue el proceder de los responsables públicos sin que ello suponga un juicio previo que, generalmente, son los del partido contrario los que se apuran a celebrar.
