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Cien líneas

Armstrong en el Carranza

El Real Oviedo ha cumplido con su deber frente a mil traiciones: sólo puede ganar

Repiquetean con fuerza aquellas palabras del Sabio, que tanto enseñó -y aprendió- en el Tartiere, en el prau y en el banquillo: ganar y ganar y volver a ganar.

No es voluntarismo ciego. No se trata de una locura colectiva que también.

El Real Oviedo ha hecho todo lo humanamente posible y hasta lo imposible para seguir con vida y, claro, recuperar el puesto que siempre le ha correspondido en el fútbol nacional.

La batalla de 2003 para sortear la desaparición que querían los liquidacionistas fue tremenda. La lucha de 2013 para romper el secuestro de los terceristas, durísima.

La travesía del desierto, mientras las autoridades ayudaban masivamente a otros equipos asturianos y despreciaban al Oviedo, fue terrible. La prolongadísima estancia en el infierno, insoportable.

Y se pudo con todo. Estamos a un pequeñísimo paso, como aquel de Armstrong en la Luna, que significará una zancada gigantesca para la afición azul, ya de alcance planetario.

El trabajo está hecho con creces y durante años como siglos. Socios de cien países palpitan pendientes del resultado de esta tarde. Entre el accionariado contamos con Carlos Slim que, además de extraordinariamente generoso, es un paisano que toma pintas con los Symmachiarii en "El Desván" de Rosal.

Conclusión: plena y absoluta confianza en el ascenso.

Y es que existe un arma decisiva y la tenemos. Lo peor es saltar al Carranza presionados. Pero el Oviedo, tras una larguísima resistencia numantina, está de vuelta de todo así que mil veces relajado porque hemos cumplido con nuestro deber. La suerte no puede ser esquiva una vez más. No y no.

Si se suman doce años de lucha homérica y noventa minutos de plena tranquilidad tras haber hecho todo lo necesario el resultado se llama ¡victoria!

Ganar y ganar y volver a ganar. Qué menos.

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