Hace una década, el escultor Benjamín Menéndez ideó el que se ha convertido en un icono de Avilés. Fue el emblema de modernidad artística urbana en una ciudad que aún ni siquiera intuía la obra que Niemeyer plantó en la margen derecha. La escultura "Avilés", a la que popularmente los avilesinos se refieren como "los pinchos" o "los cuernos", fue la avanzadilla en la conquista de la ría, la corona para un paseo que reencontró a los avilesinos con su estuario tras años de una imagen degradada que fue recuperándose gracias al largo plan de saneamiento. Diez años atrás, la obra "Avilés" apuntaba a una ciudad para la que soplaban vientos de prosperidad. "Ahora el horizonte está lleno de incertidumbre", dice estos días Benjamín Menéndez. Desde entonces se han producido numerosos altibajos y alguna decepción, pero el balance es positivo. Avilés sigue mirando más allá de su ría, a los horizontes que señala la geometría imaginada por el artista.
