Chistes ofensivos en las redes sociales que deberían sonrojar a los impresentables que los difunden y que, como castigo, habrían de enclaustrarse una larga temporada de purgatorio y lejía; insultos graves a la salida y a la entrada de los plenos constituyentes, a cargo de espectros y "dementores" empeñados en resucitar lo más barriobajero y ponzoñoso de las dos Españas; batallas campales en Facebook que enfrentan a tirios y troyanos de uno y otro bando con esgrima de afilado veneno en la palabra... Hay días que dan ganas de pedir certificado de residencia en Marte y lanzarse al espacio en una cápsula de Nesspresso. Si este país empleara en el bien común las energías que malgasta en reírse del mal ajeno, otro gallo nos cantaría en I+D+i. Mientras, persistimos en el avanzado proceso de I+D+iotización y olvidamos que más urgente que blanquear el humor negro es castigar el blanqueo de dinero oscuro. ¿O es peor una cuenta en twitter que una cuenta en Suiza?