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Joaquín Rábago

Que se vayan tentando la ropa

El control al que estarán sometidos los alcaldes y concejales de los nuevos partidos

Que se vayan tentando la ropa los integrantes de los ayuntamientos de izquierda salidos de las últimas elecciones, sobre todo los alcaldes o concejales de los nuevos partidos. Por jóvenes que sean, van a ver cómo indagan otros en sus vidas, rastrean sus correos y sus tuits, buscan hasta en los cubos de basura de sus casas en un intento de encontrar algo que los comprometa o los descalifique para la función encomendada.

Que tengan mucho cuidado con lo que digan o hagan porque el control a que estarán sometidos por parte de la derecha y sus corifeos será constante e implacable. El mínimo desliz, y no me refiero al intolerable tuit del dimitido concejal madrileño de Cultura, será magnificado.

Mientras quienes han delinquido a lo grande, mientras los que han hundido bancos en tanto se enriquecían, mientras los corruptos y defraudadores de toda laya siguen tranquilamente en la calle, los que ahora se estrenan políticamente se verán fiscalizados. Y al menor tropiezo que cometan, se les echarán encima, y se levantarán desde todas partes voces que exigirán su cese inmediato.

Si acuden al trabajo en bicicleta o en transporte público como venían haciendo se dirá, como se está diciendo ya, que son populistas, y si un día, cansados de que los aborden en la calle o víctimas de alguna agresión, se suben a un coche oficial, se dirá que son como todos, como la casta que denunciaban.

No podrán hacer nada bien, porque todo les será criticado, y tendrán sensación de agobio si no son capaces de mantener la cabeza fría frente a las provocaciones de quienes no les perdonan que los hayan desalojado.

Ciertos medios mirarán continuamente a lo que ocurre en Venezuela o Grecia para avisar en titulares de lo que puede ocurrirnos pronto aquí si no recuperamos cuanto antes la estabilidad política, ésa que al parecer sólo el PP es capaz de garantizarnos. ¿Por qué, en lugar de dedicarse a esa labor de zapa, nuestra derecha, pero también una izquierda hasta ahora demasiado acomodaticia y falta de imaginación, no miran lo que han hecho mal para corregirlo a tiempo, si es que son capaces? ¿Por qué no se preguntan por qué unos partidos que disfrutaron en su día de mayorías absolutas han caído tan bajo en el favor de los ciudadanos? ¿Por qué sólo ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio?

¿Por qué no ocurre aquí como en otras democracias más consolidadas, donde el partido perdedor saca las consecuencias lógicas de su derrota y procura elaborar un nuevo programa de gobierno que resulte más atractivo y convenza a los electores de que vuelvan a votarlos?

¡Es tan sencillo y, sin embargo, aquí parece tan difícil!

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