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Javier Cuervo

Un millón

Javier Cuervo

Patrocinio y subvención

Hay una veintena de personas en el mundo que sabe conducir mejor que nadie en coches que superan los 350 kilómetros hora en circuitos endiablados. Aunque la Fórmula 1 es un negocio boyante, que los pilotos muevan esos volantes llenos de botones sale carísimo y por eso visten unos monos que traen muchísimo para leer. Sobre las páginas en blanco del coche, del cuerpo humano del piloto y de todo el aire que los circunda ponen módulos de publicidad hasta que no cabe uno más. En unos años anunciarán preservativos en la entrepierna y en el trasero, dos zonas hasta ahora poco apreciadas por los anunciantes, como pasaba con la casquería en los años llamados de la prosperidad. Los anuncios ayudan a pagar todo lo que supone tener una carretera en perfecto estado para veinte personas que conducen unos coches únicos y demás.

Para que algunos niños no se mueran de hambre y de sed en poblados infectos de clima político extremo, hay organizaciones no gubernamentales que recurren a estrellas de cine que, entre rodajes, aparecen como vírgenes vestidas de Panamá Jack para tomar un bebé en brazos, conmovernos y que hagamos un ingreso en una cuenta bancaria. Ahí el valor lo pone el soporte. Vamos a mirar la valla y nos encontramos que lleva una camiseta petitoria.

La publicidad paga muchas cosas. Parte del periódico o de la página web que soportan esta columna que está leyendo. En España hay 700 personas que se acogieron a una amnistía fiscal y pagaron por un dinero obtenido ilegalmente mucho menos del que pagamos los que cobramos según la ley. Esa ventaja ya se la hemos pagado entre todos. Ya que no habrá forma de que aparezcan en las juntas, recepciones o cenas de gala con camisetas de la Agencia Tributaria, Hacienda debería, al menos, dar sus nombres para que nosotros supiéramos que los patrocinamos y tener el orgullo de subvencionar a un rico.

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