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Sánchez saca la bandera

Un mensaje equivocado, burdo y desmesurado

La sensación del pasado fin de semana fue la proclamación de Pedro Sánchez como candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno. Un acto que -al decir de los comentaristas políticos- se desarrolló al estilo de las convenciones electorales norteamericanas, con el candidato hablando al público delante de una enorme bandera española y luego dejándose homenajear por sus partidarios cogido de la mano de su mujer. El tamaño de la bandera de Sánchez, del ancho y el largo de una pantalla de cine, ha sorprendido por su desmesura. Después de la gigantesca bandera española que, por inspiración del Gobierno de Aznar, instaló en la plaza de Colón el exalcalde Álvarez del Manzano no se había visto cosa igual. Doscientos noventa y cuatro metros cuadrados de tela y treinta y cinco kilos de peso tiene la bandera que mide la intensidad de los sentimientos patrióticos del PP, y haría falta que en Madrid soplase un huracán de intensidades tropicales para que pudiera flamear al viento, ya que el resto del tiempo se lo pasa colgando lacia del mástil por falta de aire que la mueva un poco. El PSOE no ha comunicado cuál es el tamaño de la bandera que exhibió Sánchez y si es igual o superior al de la instalada en Colón, aunque tiene la ventaja sobre aquélla de que al ser un ingenio electrónico puede arriarse rápidamente y quedar guardada hasta mejor ocasión. La de Álvarez del Manzano precisa, en cambio, de treinta y cinco operarios para enrollarla y llevarla a la tintorería. Desconozco lo que quiso transmitir el candidato socialista con esa bandera enorme que empequeñecía los símbolos propios, pero si hemos de creer al titular de un periódico muy próximo a las tesis de su partido, el candidato pretendía, por una parte, marcar distancias con Podemos (su socio coyuntural en algunos gobiernos municipales) y, por otra, dejar claro que la unidad de la patria está por encima de las ideologías. Si es así, el mensaje me parece transmitido de una forma tan burda como desmesurada. El mejor patriotismo se expresa mediante el ejercicio diario de la inteligencia, el trabajo, la solidaridad y la justicia, y no exhibiendo banderas ni tocando el tambor ni la fibra sentimental, que es una forma deleznable del populismo que tanto se critica. Ahora bien, si lo que quiso Sánchez fue contestar rápidamente a Rajoy sobre su pretendida radicalidad, también se ha equivocado en la forma de hacerlo. Todos sabemos, y el primero Rajoy, que Sánchez no es un radical sino un social-liberal moderado. Igual que lo fueron Felipe González, Almunia y Rubalcaba. Otra cosa es lo que se diga para provocarlo a cinco meses de unas elecciones generales. Si los sentimientos patrióticos han de medirse por el tamaño y los colores de las banderas, estamos perdidos. Claro que hay precedentes sobre su torticera utilización partidista. Santiago Carrillo se dejó fotografiar con la rojigualda el día de la legalización del PCE para dar idea de su patriótica moderación. Luego, durante años, tuvimos la que parecía inacabable guerra de banderas en el País Vasco. Después, las "senyeras" independentistas catalanas. Y, recientemente, el posado del embajador de Estados Unidos con el líder de Podemos delante de una bandera de su país y otra de España.

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