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Xuan Xosé Sánchez Vicente

Y tarde y con dolor

La utilización que se hace de la situación de imputado

Que conste que estoy en contra de que los imputados hayan de retirarse de sus cargos. Por dos razones, una porque es ello una violación de la condición de inocencia hasta la demostración de culpabilidad; en segundo lugar, por razones pragmáticas: en los últimos tres meses, sólo en Asturies, más de 25 políticos han sido desimputados o se han desestimado las causas contra ellos. Calculen ustedes la zarracina que podría causar la extensión general de la imputación como causa de cese inmediato de un cargo público y su utilización, mediante denuncia amañada, por el adversario político.

En todo caso, lo irritante y al mismo tiempo bochornoso de estos tiempos que corren es el manejo que de la situación de imputado se hace por todos los partidos: si es el mío el imputado hay razones para sostenerlo; si el tuyo, para pedir su inmediato cese (es decir, para darlo ya por juzgado y sentenciado).

Como siempre, los más creativos en esta materia son los purificadores de Podemos. Vociferantes como nadie hasta ahora contra la corrupción de los demás -"la casta Susana" no les vendría mal de mote-, han inventado ahora el "imputado, según y cómo". Pues, en efecto, Rita Maestre, una de las figuras de la lista de la singularidad Carmena, esa poseedora comprobada de tetas -me refiero a Maestre, no a Carmena, por supuesto- que entró en la capilla de su Facultad al grito pacifista de la memoria histórica, "arderéis como en 36", no debe dimitir de su cargo de concejala, puesto que su imputación "no es por delito económico", dicen. Ya ven la sutileza: ya no son todos los imputados los que deben dimitir ipsofactadamente, sino sólo los acusados de meter la mano al cajón (al menos, si éste es el caso de los suyos). Y, puestos a distingos, ¿y si lo son por atraco en la calle? ¿Y por homicidio? Pues irán inventando según les toque, porque ya ven cómo protestan contra la entrada en la cárcel de un ciudadano de hipocorístico "Alfón", al que se cogió con explosivos, porque, afirman, la acusación se debe a un complot policial.

No se extrañen. Ya conocen ustedes los trinos de todos ellos. Los del concejal Guillermo Zapata, que junto con emparentarse con los nazis en la burla de los judíos Zyclonbeizados, se burlaba de las piernas desaparecidas de Irene Villa, del cadáver no hallado de Marta del Castillo y de sus padres, de las torturadas y violadas niñas de Alcàsser. O el de la número 21 de la lista de Carmena, Alba López ("bollera, camionera, desviada, leñadora y feminazi", se autodefine): "Emilio Botín no debería haber muerto tranquilo en la cama, sino en la calle o colgado, como aquellas personas que se suicidaron al ser desahuciadas por su banco. Otro más que se va de rositas sin pagar sus crímenes". He aquí otra, de Soto, un concejal también de Madrid: "Yo no puedo aseguraros que por torturar y matar a Gallardón se vaya a cambiar toda esta historia, pero por probar no perdemos nada".

No crean que se trata de imprudencias momentáneas o desahogos de juventud: simplemente, son así. Corrijo: son eso. Crecidos sobre un humus de odio, de una concepción mitológica de la historia, comunistas revolucionarios de vocación, creyéndose llamados a Savonarolas, mezcla de adanismo e ignorancia, pretenden imponer a toda la sociedad sus prejuicios (que ellos creen juicios) y su concepción sectaria del mundo. Ellos no van a cambiar, ni dentro ni fuera de las instituciones: son eso. Al igual que quienes los acompañan en su entorno más inmediato y se manifiestan con odio y amenazas contra quienes discrepan o no se someten.

No cambiarán, no. Pero en su estela hay también gente voluntariosa; personas que los han votado esperando un cambio, hartas de la situación o de la corrupción; gente que se siente siempre atraída por la novedad; ilusos que creyeron en las europeas en la jubilación a los 60 años o, ahora, en otras promesas igualmente falsarias de dinero gratis o pisos gratis.

Pues bien, tal vez estas personas deberían meditar estas palabras de aquel magnífico soneto de Quevedo sobre lo efímero y engañoso de la belleza y la juventud, en nuestro caso, de la belleza seductora de lo novedoso y de los fascinadores cantos de las sirenas:

"De ayer te habrás de arrepentir mañana / y tarde y con dolor serás discreta".

Cuando ya no exista marcha atrás y el daño irreparable sea.

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