No subestimen a la moda, es muy poderosa. La delgada línea que separa las tendencias textiles de las tendencias en decoración o alimentación está más desdibujada que nunca. Acertar en la presentación de una mesa o de un espacio es casi tan importante como la ropa que uno lleva puesta. Y como ocurre con las pasarelas, los estudios de decoración y las publicaciones de diseño aportan las pistas para dar en el blanco. Unas pistas que los ciudadanos de a pie reinterpretamos, o más bien adaptamos a nuestros bolsillos.
Al dejarse caer por las terrazas este verano, uno se da cuenta de que, como ocurre con el textil, la moda marca el paso de la mayoría. Es casi impensable no imaginarse ya un mojito en un tarro de cristal, de esos en los que toda la vida se envasó el tomate frito o la miel. Una mesa monocromática y con una sola vajilla, es una forma en peligro de extinción. Las tablas de madera, porque ya no hay otro concepto posible si se quiere ser "in", están llenas de platos de diferentes colores, vasos de varias alturas y manteles variados. Eso de los sofás blancos tipo "chill out" se ha quedado para Ibiza. Ahora somos más de hamacas, cojines hippies y sillas vintage. Preferimos los carteles de madera pintados a mano que los cuadros, los sitios que sirven zumos "detox" ornamentados que los clásicos cócteles, y las terrazas tipo jardín urbano que las de sillones de paja y mesas de metal. Y qué decir de los "food truck", parece que todo sabe mejor si se hace en una furgoneta. La moda es muy poderosa, hasta se impone en el comer. No la subestimen.
