La 59.ª Feria Internacional de Muestras de Asturias abre hoy sus puertas con la esperanza de alcanzar todos los objetivos que se ha marcado la entidad organizadora, la Cámara de Comercio de Gijón, volcada con un certamen que demuestra liderazgo regional y una solidez admirable.

Una iniciativa que llega a su edición 59.ª, como es el caso, ha de contar con unos cimientos muy firmes y con un apoyo institucional y popular que la ha llevado por encima de cambios políticos, incluso por encima de cambios de régimen. El certamen se ha enraizado de una forma absoluta en el mundo empresarial y económico de Asturias, sobre todo, con el apoyo ciudadano que cada verano queda patente en las calles del recinto y en el número final de visitantes, que siempre supera los 700.000.

La Feria ha superado a lo largo de su larga historia numerosas dificultades nacidas quizá de la visión de vuelo corto de algunos responsables políticos que quisieron ver en ella una iniciativa prescindible. Y no hubo tal, ya que la Feria lleva décadas convertida en la cita más masiva del verano, no sólo gijonés, sino asturiano. Y no es posible que suceda esto si el único atractivo fuera, como decía el viejo tópico, ya por fortuna olvidado, el bocadillo de calamares. La Feria, por fortuna para Gijón y para Asturias, es mucho más.

La presente edición, cuya inauguración oficial propició ayer el primer discurso en la legislatura recién estrenada del presidente de Asturias, Javier Fernández, fuera de los ámbitos parlamentarios o gubernamentales, es la de la recuperación, atisbada ya el pasado año y parece que consolidada en éste. La superficie del recinto vuelve a estar ocupada en su totalidad en prueba de que los expositores asturianos y de otras comunidades ven interesante acudir a la cita. Más de 2.000 empresas se sitúan en los 700 stands que alberga el recinto ferial Luis Adaro, figura señera en la historia de Asturias y gran impulsor de la actividad ferial.

La situación económica, más favorable que en años anteriores, se escenifica con una gran presencia del sector del automóvil y una buena apuesta del de la construcción, principalmente de firmas dedicadas a las viviendas unifamiliares, rehabilitación y equipamientos. Se aprecia, asimismo, una muy estimable participación del sector industrial, el medioambiental y el de las tecnologías de la información y la comunicación. A todo lo anterior hay que añadir la presencia de grandes empresas con sede en Asturias, así como una amplia representación de los sectores del mueble, hogar, alimentación y todo lo que se refiere al mundo agrario. Los organizadores, por fin, están convencidos de que los visitantes van a prestar gran atención a los avances tecnológicos que se exponen.

Con un amplio programa de actos destinados a distintos sectores sociales y económicos, a municipios asturianos y de otras comunidades autónomas desde siempre muy vinculados a la Feria, la programación avanzará hasta la clausura, el domingo 16 de agosto, en la que la tradición verbal popular marca el final del verano gijonés. No hay tal, pero, sea como sea, la bienvenida a la Feria, a los expositores y a los visitantes es un placer obligado en este día.