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Fernando Granda

Jornada intensiva, rendimiento y conciliación

La prevalencia del trabajo presencial en España, a diferencia de lo que ocurre en otros países

La primera ministra de Dinamarca pierde a su marido por trabajar demasiado y no estar en casa con la familia las horas de asueto. Este es final de una de las temporadas de "Borgen", una serie televisiva de gran audiencia. Sus secuencias reflejan en la ficción pero con serio realismo la vida política y social del país nórdico, uno de los más avanzados en el estado de bienestar. Digamos, en el reparto de actividades del ser humano que alcance un equilibrio entre trabajo, descanso, familia y aficiones. Es decir, la conciliación de todas ellas.

"Proporción entre el producto o el resultado obtenido y los medios utilizados", así precisa la Real Academia Española el significado de "rendimiento". "Fruto o utilidad de una cosa en relación con lo que cuesta, con lo que gasta, con lo que en ello se ha invertido, etc., o fruto del trabajo o el esfuerzo de una persona", es otro de los significados, más economicista, que distintas fuentes dan a esa misma palabra. Aunque estas últimas prefieren usar otro vocablo más mercantil e industrial: productividad. Me gusta más el término rendimiento que el de productividad, que se emplea habitualmente para calibrar la actividad humana y que la R.A.E. muestra como el análisis de "los fenómenos sociales haciendo primar los factores económicos".

El verano es una buena época en España para evaluar el rendimiento de las personas en el trabajo ya que en la mayoría de las empresas se implanta la jornada intensiva. Es decir, se acorta el tiempo laboral pero se ha de realizar la misma tarea. Y todo indica que su éxito se debe a ese ajuste temporal, a que las horas de trabajo recortadas las puede dedicar el trabajador a su familia, al ocio, al descanso, a sus aficiones.

En nuestro país prácticamente no existe la conciliación familiar. El personal se pasa la jornada en el trabajo, de la mañana a casi la noche. Solamente durante esa temporada en el verano en que se practica la jornada intensiva se alcanza cierta conciliación. Y no en todas las empresas se implanta. Una razón de disidencia es que ese acorte de jornada no acaba de señalar el índice de rendimiento porque se realiza en época de menor actividad. No se extiende a otras estaciones quizá por un miedo a que la reducción de horario signifique una inercia hacia la baja producción. Lo contrario a lo que piensan muchas empresas avanzadas, sobre todo las grandes corporaciones europeas. Algunas de ellas empiezan a establecer vacaciones libres para quienes cumplen regularmente los objetivos. Industrias tan importantes y con implantación internacional como Mercedes, Novartis, Amadeus o Kyocera, por señalar compañías de muy diversos productos, mantienen jornadas flexibles y acomodadas a la conveniencia de empresario y empleado. Y en algunos países trabajar más horas de las establecidas por convenio o contrato laboral está mal visto.

Jorge deja la oficina a la hora establecida cada día; Jonás, si acumula horas una jornada las descuenta de otra sin apenas limitaciones; Andreas trabaja por objetivos con horario flexible. Disfrutan de varios periodos de vacaciones porque laboran a gusto e incrementan su producción. Entre empleador y empleado no solamente hay una correspondencia legal sino también de lealtad, de esfuerzo y confianza. Y esa relación laboral accede a que puedan realizar trabajos desde casa y en horas menos convencionales con tal de que los objetivos se cumplan. Así pueden compaginar trabajo, familia y aficiones sin menoscabo laboral. En España sigue primando el trabajo presencial. ¿Es más importante que te vea el jefe (mando intermedio generalmente) que el objetivo, el trabajar a gusto, la lealtad o la compatibilidad familiar? Los beneficios de las grandes empresas han subido un 37% de un ejercicio para otro y la confianza empresarial es cada vez más sostenible. Puede ser el mejor camino para reconocer el rendimiento, reducir ese nefasto presencialismo miedoso y convocarnos a la conciliación.

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