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Tino Pertierra

Sólo será un minuto

Tino Pertierra

Rendición incondicional

Gabriel: "Cuando iba al colegio y era lo suficientemente ingenuo para pensar que la sinceridad es algo que los demás valoran debidamente, el profesor de Literatura nos puso como ejercicio escribir un relato sobre un matrimonio. Todos se pusieron cursis menos yo. Influido como estaba en aquella época por una película sueca con subtítulos que había visto sin permiso de mis padres (años después supe que la dirigía un tal Bergman), conté la historia de un marido que está viendo un partido de fútbol insultando a diestro y siniestro. Como mi padre. Su esposa, de mirada triste, se acerca por detrás y le dice que se va. Que no aguanta más. Que adiós. Su marido no hace caso. Tal vez no la escuche. O tal vez sí. No me escuchas, le decía siempre mi madre a mi padre, y él siempre replicaba lo mismo: que sí, mujer, que sí. Pero ella tenía razón. Mi relato terminaba con una frase que nunca olvidaré: 'La brisa que entraba por la puerta abierta le enfrió la calentura del gol'. Tampoco olvidaré la nota que me puso el profesor, un tipo bastante conservador que, según me contaron, acabó liándose años después con una profesora de Historia veinte años más joven: un cero. Con explicación: 'Su visión del matrimonio es repugnante. Escriba otro que no me dé asco'. Aquella descalificación que no tenía en cuenta el valor literario (seguramente escaso) me vino bien: aprendí más con aquel suspenso que con los sobresalientes que sacaba regularmente en otras asignaturas. Pero no soy un rebelde, nunca lo fui. Al llegar a casa me encerré en la habitación para no escuchar los gritos de mi padre y el silencio estruendoso de mi madre y escribí un cuento sobre dos personas que se aman y se respetan, dos seres afortunados por haberse conocido y que construyen para su hijo Juan un hogar lleno de felicidad y armonía. La última frase era: 'Juan era el niño más afortunado del mundo por tener unos padres así'. Al día siguiente entregué el cuento al profesor. El '9,3' que me puso aún me escuece en la memoria. Yo esperaba un diez por mi rendición incondicional".

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