La filtración más húmeda de internet afecta a 39 millones de usuarios de la web de adulterio Ashley Madison. Es húmeda desde el final, porque los usuarios de un secreto para millones de personas ahora se sienten unos "pringaos". Es húmeda hasta el principio porque ¿quién puede resistirse sexualmente a Ashley Madison? Susúrrelo: "Ashley Madison". Qué magnífico nombre de actriz o de personaje de "Dallas", "Dinastía" y "Falcon Crest" para la perfecta aleación de carne, silicona y laca de la poliadúltera multirreincidente de aquella California en VHS que compartía equipo de peluquería y maquillaje en una ladera de la colina para los difíciles dramas de ricos horteras y, en la otra, para el porno duro a pedir de boca. Hay nombres con sonoridad sexual sobrevenida: la multinacional Kimberly-Clark, fundada en 1872, parece haber pensado su nombre para un antes que estimule el uso de sus Kleenex después.
Por si el nombre no lo es todo, su publicidad muestra la nariz, la boca y una mano de dos mujeres jóvenes, ambas con dos dedos connotados: el índice, sobre los labios en beso, pide silencio y el anular exhibe una alianza. ¿Se debe a esa publicidad sexista que el 80% de los usuarios sean hombres? Sí, pero la relación 80-20 puede significar: a) baja efectividad del servicio para una mayoría de socios; b) mayor satisfacción con el servicio en las mujeres; c) es un servicio de encuentros entre hombres a los que su mujer deja que hagan lo que quieran entre ellos si no lo van contando (como sugieren las fotos)...
Si no se cae con la excitación del nombre y de las fotos queda el lema: "La vida es corta. Ten una aventura". Parece cínico pero, seamos sensatos, es para incautos que se dicen: "¡Zape! La vida es corta y yo sin tener una aventura. Me apunto". Con la filtración de datos llega el riesgo propio de la aventura (véanse los piratas: el que no estaba cojo era tuerto o lucía garfio) y la vida les parecerá más larga.
