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¿Éstos son hombres?

La imposibilidad de entender algunos casos de crueldad gratuita

Me decía mi padre que siempre había que ponerse en el lugar de los demás antes de juzgarles. Tenía razón el hombre, por supuesto, y por eso he intentado entender por qué llega uno a robar el bolso a una viejecita o a pegarle una paliza a la mujer porque la sopa está fría.

A veces, por mucho que quieras desplegar toda tu capacidad de empatía, resulta muy difícil ponerse en la piel de los verdugos. Me pasaba con el genocidio nazi contra los judíos hasta que vi la película "La Ola" que en hora y media te muestra lo fácil que es aborregarse y hacer cualquier cosa por ser parte del grupo, y lo peligroso que es el miedo. Supongo que si uno nace en una región miserable donde la violencia es habitual, donde te han enseñado a odiar desde niño al otro de quien te consideras víctima, donde el fanatismo religioso lo impregna todo y donde sólo te sientes importante con un rifle entre las manos, no es tan extraño que vayas por ahí volando aviones, destrozando templos milenarios y degollando periodistas y arqueólogos. Aunque no te permite minimizarlo ni justificarlo, entender de alguna manera el proceso que genera ese horror, al menos sirve para identificar a los autores como miembros de tu misma especie. La ira, el interés, el miedo, el odio o la lujuria que llevan a algunos a cometer barbaridades, son sensaciones que podemos identificar, pero ¿y cuándo hacen burradas por nada?

Siguiendo el consejo de mi padre puedo entender que un camionero que lleva un centenar de refugiados en la cámara de su vehículo a cambio de dinero salga huyendo tras descubrir que algunas de esas personas han muerto asfixiadas, pero ¿no se planteó hacer una llamada alertando a la policía de la tremenda carga que dejaba en una cuneta en Austria para evitar que muriera más gente? ¿Cómo te puedes desentender de algo así? Y a esa panda de cafres que esperó el otro día por los alrededores del barrio de Chueca a encontrarse con algún homosexual para darle una paliza como finalmente ocurrió con una pareja que iba tan tranquila por la calle, ¿qué les mueve? ¿Les divierte? Supongo que en muchos de estos casos, entra en juego el mismo mecanismo que llevaba a un joven alemán de la SS a dar patadas a un viejo judío, o que incitaba a un francotirador a herir a un niño en una pierna en la calle para matar también a su madre cuando acudiera a socorrerlo en la guerra de los Balcanes. Hay constantes casos de crueldad gratuita que los que nos consideramos normales somos incapaces de entender. ¿Estos son hombres como yo? Lo que más miedo da es que esta pregunta sólo tiene una respuesta, y es afirmativa, y que, la imposibilidad de entenderlos, no los hace menos reales.

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