Para conocer en la ciudad, en este caso nuestra Gigia, la poco cuidada, conviene salir a la calle ojos abiertos de atento visitante.
Al poco de salir de la mía, me encuentro con la "estación de autobús" más original de la Europa. Tiene cabida para un solo autobús. No tiene indicación. No está cubierta, Los usuarios, invierno, primavera, verano, otoño, deben permanecer bajo los buenos cielos. Y si llueve, y tienen, bajo el paraguas chino que es garantía de casi no tenerlo? La estación, la parada, se ha instalado a lo largo de un paso de peatones: casi ocupa todo el largo de las franjas blancas que lo señalan. No tiene asientos, ni lugar para la espera del viajero. Los dos sexos y todas las edades han de permanecer de pie, durante el tiempo que dure la espera, a veces larga. De pie, bajo el sol tórrido del verano. De pie, mecido el viajero, la viajera, el niño, la niña, el maduro y la anciana, por la brisa "fresquita", otoñal, del atardecer. De pie, soportando el frío intenso del alba invernal.
¿En qué barrio perdido de la Gigia moderna puede encontrar el curioso, semejante escenario? En el mismo centro urbano, en el corazón de la villa, en la calle Pedro Duro, frente por frente al lateral de la Parroquial de San José. A la puerta misma de la Cafetería Tenampa. Allí puede encontrar el curioso el grande "Autos Sama", o el pequeño de Mariano, esperando partir, a sus horas, por supuesto que no hay indicación ninguna, con destino a Sama y Laviana.
Acudan al lugar. Vale la pena. Hagan fotos. No hay municipales a la vista.
