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Profesor universitario de Matemática Aplicada

Padre Rico, Padre Pobre

La diferencia entre inversiones productivas e hipotecas

Tengo que confesar que cuando oigo a nuestros representantes políticos hablar de economía siento que han inventado la cuadratura del círculo y quedo sorprendido de la poca educación que tiene la ciudadanía en nuestro país en el tema de finanzas. Además siempre suele oírse el mismo mantra que se repite sin parar y que se amplifica en los medios. Hay una serie de lugares comunes que giran en torno al papel del Estado como proveedor de nuestro bienestar y al papel de los mercados financieros, esos malvados que intentan dar un golpe de Estado, robarnos la autonomía y sumirnos en la miseria. Dios me libre erigirme en defensor de los banqueros, pero no obstante me gustaría dar a todo esto alguna vuelta.

Hace unas semanas oí en la radio una entrevista con el señor Javier Fernández, presidente de nuestra autonomía, ante su nueva toma de posesión. Hablaba nuestro presidente, lo hayamos o no votado, de la difícil situación que viven las autonomías debido al sistema de control del gasto impuesto por el ministro de Economía de España y de cuyo nombre no quiero acordarme, aunque últimamente parece que se ha vuelto a abrir el grifo ante la proximidad de elecciones. Decía más o menos el señor Fernández con tono quejumbroso que, debido a dicho plan de austeridad, sus funciones se verían restringidas a gestionar el Estado del bienestar y que no quedarían "dineros para inversiones". Inversiones, una palabra que de pronto resonaba en mis oídos. Inversiones - Estado de bienestar - Estado de bienestar - inversiones se repetía en mi cabeza en un círculo vicioso. Y súbitamente me imaginé una gran teta de la cual se amamantaban todos los Rómulos y Remos de nuestro país. ¿A qué se referiría nuestro presidente?

Comprendí que no hablábamos el mismo lenguaje y que quizás nuestro presidente no había leído ese gran best seller que es "Rich Dad, Poor Dad", de Robert Kiyosaki, el libro número uno de todos los tiempos en finanzas personales, con versiones para adultos y para niños. En este libro, cuya lectura recomiendo a ustedes y a sus hijos, a poder ser en inglés, Robert Kiyosaki explica a los infantes la diferencia básica entre "assets" (inversiones productivas) y "liabilities" (hipotecas). "Asset" es sinónimo de inversión productiva, es decir, todo aquello que produce rendimientos aunque estés durmiendo. "Liability" (pasivo o hipoteca) es todo lo contrario, es decir, aquello que produce un gasto aunque duermas. Así, por ejemplo, una persona que ha comprado un coche nuevo y dice que ha hecho una gran inversión está muy equivocada. Explica Robert Kiyosaki que la diferencia que existe entre los ricos y los pobres radica básicamente en el diagrama de "assets / liabilities": los ricos poseen inversiones productivas ("assets"), mientras que los pobres poseen hipotecas ("liabilities") y se sienten como el fulano del chiste que estaba viendo una película porno y bebiendo una gaseosa y decía: "¡Esto es vida, champán y mujeres!". La verdad es que oyendo a nuestro presidente me entró la duda de si hablaba de "assets" o de "liabilities". También dice Robert Kiyosaki en otro libro magnífico, como es "El Juego del Dinero", que nunca deberíamos seguir los consejos de un asesor bancario, porque siempre va a tomar decisiones que beneficien al banco, no a ustedes. ¿A qué les recuerda esto? Por lo tanto, toca administrar y adoptar las decisiones correctas.

Cuando nuestro presidente terminó su intervención empecé a sudar y tuve que conectarme a la red y abrir Google para consultar cuánto debíamos. El pago y el cobro es otra de las grandes diferencias entre los ricos y los pobres: los ricos pagan tarde y cobran pronto; los pobres pagan al día y cobran tarde. Además gastan más de lo que ganan, es decir, siempre deben créditos con intereses elevados. En definitiva, miré las fuentes y vi que nuestra deuda por habitante en Asturias era en 2014 de 3.294 euros y que ésta deuda había crecido constantemente desde 2008, cuando debíamos 715 euros por habitante. Y entonces comprendí a qué se refería nuestro presidente cuando hablaba de inversiones. También entendí qué pensaban los mercados, es decir, todos esos ahorradores que nos prestan el dinero cuando miran nuestras estadísticas y ven que todos los años nuestra deuda ha crecido: 1.015 euros en 2009, 1.572 en 2010, 2.024 en 2011, 2.567 en 2012 y 2.945 en 2013. Es decir, cada año debemos (en media) unos 500 euros más por asturiano, con lo que si la cosa sigue igual deberíamos alrededor de los 3.800 euros a finales de 2015. Finalmente encontré la cifra y debemos 3.421 millones de euros durante el primer trimestre del 2015 alcanzando casi un 17% del PIB regional. Los mercados, por lo tanto, han comprendido que no somos productivos porque si siguiésemos las enseñanzas del amigo Kiyosaki deberíamos menos dinero ahora que en 2008, o como mucho nos hubiésemos endeudado lo mismo actualizando la deuda. En conclusión estamos viviendo a crédito y nuestro "welfare state" nos cuesta un ojo de la cara gracias a una serie de "inversiones megalómanas", que básicamente defienden el ladrillo y cuya rentabilidad debería ser objeto de estudio y auditoría. ¿Entonces siguen creyendo ustedes que tienen la culpa los mercados? El ansia de los mercados es fruto de las malas gestiones públicas, que además escamotean el escaso crédito que se otorga a las empresas.

El objeto de este artículo no es tanto criticar a la administración socialista o a la del PP, como concienciar a la ciudadanía que el Estado del bienestar es sólo fruto del trabajo, de la riqueza que generamos, no del dinero que pedimos prestado para mantener un nivel de "inversiones" (como diría nuestro presidente) que quizá no nos podamos permitir dada nuestra productividad. Lo que no es válido a nivel privado (una familia que gana 100 no puede gastar 150 cada mes) tampoco debería serlo a nivel público, porque la factura del guateque la pagamos todos los que vivimos y queremos desarrollar nuestro futuro en Asturias, es decir, los que aún no hemos emigrado. No se puede pensar como un compañero sindicalista de la Universidad, que me decía que los liberados generaban puestos de trabajo. Los puestos de trabajo sólo los genera la riqueza.

Por lo tanto, señor presidente, dedíquese a gestionar y a facilitar la vida a los ciudadanos y a las empresas, que son las que generan trabajo y por lo tanto riqueza. No le pedimos que sea usted quien la genere, sabemos que no tiene la camiseta y los calzones de Superman. Le pedimos que cree las condiciones necesarias para que crear riqueza sea más sencillo. Y no se preocupe, que si usted hace bien su trabajo los asturianos le colgaremos las medallas que su labor se merezca. Y cuando usted optimice la gestión, ipso facto bájenos usted los impuestos, acuérdese de la peli de Robin Hood, porque quizás haya que echar cuentas y usted llegue a la conclusión de que exigiendo menos a priori se recaude más a posteriori. Esa es la no linealidad de los impuestos y la diferencia entre el a priori y el a posteriori. Y si quiere invertir, hágalo en inversiones productivas, como en la Universidad de Oviedo, el mayor centro de investigación de nuestra región, y termine con una ley de incompatibilidades que sólo sirve para imponer trabas, y facilite que desde la Universidad se creen multitud de empresas; invierta en las empresas jóvenes y con talento, ayudándolas a volar los primeros años, pagándoles la seguridad social e incluso devolviéndoles los impuestos, y diga con acento napolitano: "¡ragazzi, questa ronda è su di me!". En definitiva, posibilite que las cosas ocurran, sea "funkie" y rompa los cuellos de botella. Haga fácil lo sencillo; es lo más barato, y para ello no hay que pedir créditos. Y si aún le sobra dinero, baje aún más los impuestos a quienes más lo necesitan y reparta la riqueza que habremos generado siendo aún más productivos. Subir los impuestos no debería ser de izquierdas y bajarlos tampoco de derechas. No cometa este error de principiante, ¡que ya es su segunda legislatura! Cada cosa a su tiempo y requiriendo su cálculo, que para eso sirven las matemáticas, y usted las ha estudiado, y muy duras, en la Escuela de Minas, la de Oviedo.

En recuerdo de aquellos que nos han formado en el pensamiento crítico.

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