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Actor y director de teatro

El actor y su paradoja

Cuando en 1999 la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España le concedió el Premio Goya al "Actor Revelación", Carlos Álvarez-Nóvoa llevaba más de cuarenta años interpretando y dirigiendo teatro. El propio actor asturiano vería en aquella circunstancia el carácter paradójico de su profesión y su arte, recordando su primer papel en 1958: aquel Jasón en la Medea de J. Anouihl. Fue en el Teatro Español Universitario (TEU) bajo la dirección de Arsenio Inclán que junto a Juanjo Otegui, Chus Quirós, Elías Domínguez, Pedro Civera, Bienvenido Álvarez-Nóvoa, Linos Fidalgo y otros, conformaban un grupo muy especial, llamado a hacer grandes cosas desde el Club Universitario de Oviedo. Precisamente en él se exhibiría clandestinamente en marzo de 1961, debido a la prohibición por orden del gobernador Mateu de Ros, "Un sabor a miel" de Shelagh Delaney, plegado con gusto a las presiones y amenazas del catolicismo social ovetense.

Aquel singular grupo activaba la vida universitaria de Asturias. Y no sólo con montajes o lecturas teatrales, también organizando certámenes, recitales poéticos, tertulias literarias, etc. o la famosa Fenestra Universitaria, programa de radio en la noche de los domingos emitido por Radio Asturias entre los años 1961 y 62, y clausurado en su momento por una banda de falangistas (alguno con pistola) que asaltó la emisora con ánimo de apalear a los protagonistas. Por fortuna el programa estaba grabado y se contentaron con emitir el Himno Nacional y proclamar a micrófono abierto: "Somos los del 36 ¡Muera el rojerío, Viva España!".

La impronta de Carlos Álvarez-Nóvoa continuó en el Teatro Estudio del Ateneo de Oviedo, toda vez que se empezaron a vaciar las estructuras del sindicato oficial franquista, para ir creando las nuevas estructuras democráticas de la ilegal FUDE. El último proyecto teatral de Carlos en Asturias, se produjo en la Alianza Francesa, ya bajo los parámetros del nuevo teatro independiente naciente y cuyo máximo exponente en aquel 1968 eran Los Goliardos de Madrid, con los que Carlos Álvarez-Nóvoa había montado "En alta mar" de W. Mrozeck. En La Alianza montaron: "El león listo" de Mrozeck y "La mujer judía" de Brecht y meses después, en pleno estado de excepción de 1969, justo el día anterior al estreno de "La noche de los asesinos" de Triana, Carlos Álvarez-Nóvoa era detenido y tras cuatro meses de secuestro legal en la cárcel de Oviedo, fue deportado a Mallorca.

Por donde pasó ejerciendo como profesor de instituto impulsó proyectos teatrales. Instalado ya en Sevilla, tuvo la oportunidad de poner en pie la ESAD de Sevilla, y retornar como profesional a la actividad teatral.

No es lugar para referirse a sus numerosas y meritorias interpretaciones como en "Historia de una escalera", o "La vida es sueño". Sin embargo quiero referirme a "La noche de Max Estrella", escrita, dirigida e interpretada por él mismo y que tuvimos la suerte de ver en su Felguera natal y que bien se podría considerar una obra maestra. No en vano, Carlos hizo su tesis doctoral sobre la extraordinaria "Luces de Bohemia" de Valle Inclán... Profesor, escritor, actor y director teatral. Todo eso fue Carlos Álvarez-Nóvoa que nos dejó a los 75 años. De momento en Asturias ya tiene un Centro de Creación Escénica en La Felguera, puesto en pie por José Ramón López y Teatro Kumen, que lleva su nombre.

Los actores tienen la fortuna de pervivir en sus obras. Para recordar a nuestro querido Carlos Álvarez-Nóvoa, siempre podremos recurrir otra vez a "Solas", o "De tu ventana a la mía". O si no, basta con buscar en La 1 la teleserie "Carlos" para contemplar su Leonardo Da Vinci, un personaje que le viene al pelo.

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