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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

A Gijón no le falta un verano

Cuando hace unos años arribé a Gijón -inicios del mes de julio era- comenzó a llover. Yo venía del secarral mesetario, del océano de cereal a treinta y tantos grados a la sombra, y aquel aguacero me resultaba sorprendente e inexplicable, máxime cuando el día había amanecido luminoso y despejado. Un conocido jacarandoso y coñón al que recriminé la nefasta meteorología de esas fechas me respondió: "A los gijoneses nos falta un verano. Éste". Con el paso del tiempo te vas acostumbrando a los vaivenes del mapa de isobaras y de vez en cuando la rosa de los vientos se estanca en un estío como el recién sepultado por el calendario, asombrosamente canicular. A nadie extrañe pues que este verano haya sido, turísticamente, el mejor de Gijón en años, el más colmado de visitantes. Cuando a esta ciudad y a los que en ella habitan no les falta un verano, Gijón se vuelve un sitio de locura; una villa fastuosa de puertas abiertas que te atrapa y te envuelve como camisa de fuerza.

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