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Algarabía cultural

Agoreros aparte, la Noche Blanca va a más. La del sábado fue un éxito rotundo como demostraron las largas colas y los miles de personas ansiosas de participar en la algarabía cultural nocturna. Un éxito que cuesta entender si pensamos que la mayoría de las actividades disponibles pasa inadvertida el resto del año. El Museo Arqueológico de Asturias y el Museo de Bellas Artes, que desbordaron las previsiones, abren sus puertas de forma gratuita a diario, pero el sábado multiplicaron por 50 el número de visitantes de un día normal. En San Pelayo, las monjas cantan todas las tardes sin el éxito de público que las convierte en estrellas de una noche, y las galerías de arte, que se vieron sorprendidas por decenas de inusuales amantes de la pintura, sufren día tras día atardeceres solitarios y mortecinos. Por eso llama la atención el estallido de la Noche Blanca y esa fórmula de éxito derivada del apego a la folixa y la nocturnidad.

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