La Nueva España

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Instalación más bien cómica

Lo sucedido ayer en Barcelona puede ser visto como una instalación de arte kitsch, un remedo simbólico de realidad fuera de su tiempo. En términos de "represión del hecho nacional" la distancia que hay entre el fusilamiento de Lluys Companys en 1940 por una dictadura que había abolido la Generalitat, y la simple declaración ante un Tribunal de Artur Mas, presidente de una de las regiones más autónomas de Europa, es de tal enormidad, que cualquier relación, aunque sea bajo forma alegórica, parece una broma. El problema de fondo, para todos, está en que muchos catalanes se creen de veras el drama, o sea, se creen que están oprimidos, que su lengua allí omnipresente está perseguida, que han sido privados de sus libertades, que son expoliados cada día por España, y, en fin, que Mas es la reencarnación de Companys. El problema añadido (éste para ellos) es que se les acabe tomando a risa.

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