Viendo cada domingo -o día futbolístico de guardar, como este lluvioso lunes- lo bien que va por alto Bernardo, central del Sporting, cabría deducir que el zaguero colombiano exhibe la mejor cabeza de Gijón después de la de Pedro de Silva. Se lo espeté ayer a micrófono abierto, cuando recogía el premio al rojiblanco más destacado de la pasada campaña. Educado como es, Bernardo -a quien los narradores televisivos prefieren Espinosa y Joselillo de Colombia, por afinidad familiar con el arte de Cúchares, los taurófilos- asintió y esgrimió una sonrisa. Después, hablando sobre su futuro, la selección, la doble nacionalidad o el compromiso con la camiseta, el chaval, pausado y humilde, dio muestras evidentes de que además de una testa poderosa es dueño de una cabeza generosamente amueblada. No se le ven suturas en la azotea, tantas veces golpeada. Y sonríe y sonríe, que el jugador que no sonríe con la cara es incapaz de sonreír con los pies.
