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A clavarla

Pablo Iglesias se plantea volver a sus clases en la Universidad

Parece que Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, sufre un bajón de ánimo que se le ha agudizado tras su reciente charla televisual con el ciudadano Albert Rivera en el programa "Salvados", que dirige Jordi Évole en La Sexta, y en el que salió trasquilado.

El líder de Podemos lleva al parecer un tiempo decepcionado con el mundo político democrático, en el que aterrizó desde el cielo de su cómodo trabajo profesoral en la Universidad y tras un exitoso paso por la tele, que lo creó como producto político y lo arrojará a la basura cuando lo haya exprimido del todo, así que, al parecer, Pablo se está planteando volver a sus clases en la Uni, porque, al contrario que en la pequeña pantalla, en ese medio el mando lo tiene el nota que da la chapa desde la tarima y, después, pone nota.

Así que, tras hacerse un nombre en la tele y jugar un tiempo a político, ahora dice sentirse cansado. Aunque lo de hacerse un nombre no sé yo, porque en una escena previa a la charla con el líder de Ciudadanos, sucedió algo que a un señor tan vanidoso como Iglesias tal vez no le hiciera mucha gracia y hasta puede que contribuyera a que, en el primer asalto del match, confesara que se sentía cansado.

¿Y cómo fue la cosa? Pues más o menos así:

Mientras Rivera e Iglesias caminaban con Évole por las calles de Nou Barris, en Barcelona, entre otras personas que se acercaron a ellos apareció un señor mayor que abordó muy afectuoso a Iglesias, mientras repetía, como si se hallara ante un santo redivivo: "¡Julio, Julio, Julio!".

La cara de pasmo (o de espasmo) de Iglesias, incapaz de reaccionar con naturalidad en esa situación, era todo un poema, así que Évole terció y le aclaró al buen señor.

-Es Iglesias, Iglesias?

-¡Sí, sí! -insistió el señor-: ¡Iglesias, sí, que sale mucho en la tele!

O sea? ¿Julio Iglesias?

Pues ni idea, pero con esa espina clavada en su estima se plantó Pablo en el plató de La Sexta.

Y Rivera, con su contrincante medio sonado y agarrado a él para no desplomarse sobre la lona, se lució de lo lindo.

Así que, Julio -¡digo: Pablo!-, visto lo visto, a ver si para la próxima das más el clavo y preparas bien la cuestión, que en la tele no hay tarima.

O dicho en plata: Pablito, clava un clavito.

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