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Sol y sombra

Estrategia y terror

El líder de los laboristas, Jeremy Corbyn, ha permitido a sus diputados que voten a favor de bombardear al IS en Siria. El debate que suscita en la opinión pública la amenaza yihadista, tras la masacre de París, arrastra divergencias que dificultan el cierre de filas en los socialistas británicos entre la tercera vía de Blair y la vuelta al izquierdismo de Attlee.

Además de los argumentos pacifistas que salen a relucir en las sociedades del bienestar, el debate plantea otros términos de discusión distintos a los de aquí. No se discute sólo si es desproporcionado bombardear las posiciones del enemigo en respuesta a sus ataques despiadados, sino si hacerlo resulta estratégicamente adecuado o puede resolver el terror que se cierne sobre el mundo occidental. Desde el punto de vista militar bombardear a quien declara la guerra destruyendo unas torres en Nueva York, volando trenes en Madrid o fusilando ciudadanos en París, es la respuesta lógica. Pero más allá de la actuación militar como sinónimo de fuerza, el castigo, ni aún la destrucción, servirán seguramente para acabar con la amenaza que emerge en el mismo corazón de Eurabia.

Como dice el politólogo francés Olivier Roy, el peligro no proviene de una radicalización del Islam sino de una islamización del radicalismo. Los terroristas de Londres y de París, por poner dos ejemplos, son más nihilistas que utopistas, tampoco matan por la Sharia. Simplemente hallan en la causa religiosa una excusa. El Islam ofrece una salida grandiosa para escapar de las frustraciones de la vida aniquilando, exterminando un modo de vida. Por encima de todo está su deseo de destruir el mundo que han aprendido a detestar. Naturalmente no es una amenaza fácil de enterrar o de bombardear.

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