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Fernando Granda

Tompkins, entre la Patagonia y París

Cuatro días antes de que en París se proclamase un acuerdo mundial para intentar salvar al Planeta del peligroso deterioro del clima fallecía en un lago chileno el conservacionista estadounidense Douglas Tompkins.

Fue un filántropo polémico e incomprendido en los terrenos en que se movió. Nacido en un pueblo de Ohio en 1943, inquieto deportista y lo que ahora se llama emprendedor, residió desde su juventud en California y viajó por el continente americano terminando afincándose en Chile, donde se enamoró de su naturaleza que vislumbró muy amenazada por los apetitos de diversos tipos de multinacionales. Siendo aún muy joven creo junto a su novia The North Face, una empresa de venta de ropa deportiva por correo. Sus aficiones al esquí y la escalada le inspiraron un tipo de vestimenta estándar para este tipo de deportes que logró un gran éxito por su calidad y utilidad práctica. Más tarde fundó otra empresa de tejidos para este tipo de deportes, Esprit, con la que siguió ganando bastante dinero. Con él dirigió su empeño en luchar contra las compañías madereras que, según su opinión, terminarían con la deforestación de pulmones como la Patagonia. En un principio compró una vasta extensión de terreno en esa zona chilena, el llamado Campo Reñihué, de unas 17.000 hectáreas (unas siete veces el Bosque de Muniellos), que regaló al Estado.

Tompkins continuó su labor ecológica y filantrópica, compró terrenos en Argentina y otros más en Chile y llegó a donar para disfrute público hasta 500.000 hectáreas, construyó cabañas, zonas de acampada y senderos para los visitantes, para los amantes de la Naturaleza. Se opuso a la vez a grandes proyectos madereros, que cambiarían su ecosistema, e hidroeléctricos como HidroAysen, que el año pasado terminó descartando el Gobierno. Tuvo sus controversias con los presidentes Ricardo Lagos, Sebastián Piñera y Michelle Bachelet pero todos terminaron elogiando su labor filantrópica. Deportista, fotógrafo, creador de la pequeña tienda iglú, chocó en ocasiones con la discrepancia de los campesinos pero acabó sus días -falleció de hipotermia en aguas heladas al volcar el kayak en el que navegaba- siendo venerado por los pueblos afectados por sus proyectos. "En nombre de Chile le queremos agradecer su espíritu ecológico y visionario", manifestó la presidenta tras su repentina muerte.

No era hombre de ciudad, de oficina, de negocios. Tompkings era un naturalista puro, que disfrutaba en el aire libre y detestaba la contaminación, la crisis ambiental y el consumismo. Por eso, dicen, no viajó a París para participar en la Cumbre del Clima. Y añaden que dejó sus negocios por considerarse culpable de haber sido un contaminador en sus primeras industrias. Creo, de todas formas, que hubiera sido un buen ejemplo a seguir en la difícil negociación de París, donde casi 200 países han logrado un acuerdo histórico para preservar el medio ambiente, evitar el avance de la progresiva destrucción del Planeta y planear medidas para un futuro mejor para nuestros descendientes. Aunque también pienso que a él le hubiese gustado que el acuerdo fuera vinculante.

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