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María José Iglesias

"Baby-escaño" sólo hay uno

Antes de las elecciones le preguntaron a Carolina Bescansa, diputada de Podemos y cofundadora del partido morado, sobre el problema de las madres para amamantar a sus hijos en lugares públicos. Respondió que daría de mamar a su hijo Diego, nacido en julio, en el Parlamento, mientras trabajase como diputada. Ayer cumplió su palabra. La socióloga, miembro de una conocida saga empresarial compostelana, apareció ayer en la sesión constitutiva del Congreso con Diego, de seis meses, la niñera, el carrito y la petición expresa de pixelar las fotos del bebé.

¿Qué pasaría si todos los padres y madres diputados hubiesen tomado la misma decisión? Habría que habilitar un "baby hemiciclo" en la Carrera de San Jerónimo, donde existe una magnífica guardería a disposición de sus señorías. De momento, el único "baby-escaño" es el de Diego, utilizado hábilmente por su madre, Iglesias y Errejón, para dar colorido a la ceremonia y, de paso, despistar la atención de los asuntos que importan. A la dirigente de Podemos le gusta exhibir a sus hijos en actos políticos. A su primogénita, de tres años, se la lleva a mítines y presentaciones. Ante esto, cabe preguntarse ¿por qué ayer se la dejó en casa?, ¿no estará la diputada, que tanto defiende los derechos de la mujer, discriminando a favor del varón? En cualquier caso, y eso que es hija de médico, tal vez desconoce los adelantos que existen para alimentar a los lactantes cuando mamá está ausente. El biberón, con leche materna o de la farmacia, es un estupendo invento, sobre todo, para millones de mujeres españolas que se baten a diario para desarrollar su carrera y, a la vez, criar a sus hijos.

Mujeres que se los llevan unos minutos a la oficina, en situaciones desesperadas, cuando no queda otra, y que además son conscientes de que, por muy lindo que sea un bebé, los demás no tienen por qué asumir la responsabilidad de atenderlo en un centro de trabajo, y mucho menos aguantar sus gracias. Tener hijos es -o debería ser- una decisión libre, en la cual se asumen una serie de deberes y obligaciones. La diputada Bescansa, con su apología de la maternidad en el hemiciclo, no concilia vida laboral y familiar; simplemente hace espectáculo con un niño, que estaría mucho mejor en su cuna, o gateando en casa, al cuidado de esa estupenda "nanie" que, seguro, es de total confianza. La falta de medios económicos no será problema. Carolina podría permitirse hasta una tata de Norland, como la de Kate Middleton, que sólo saca a sus hijos en actos familiares. Otras políticas españolas, como la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, o la también diputada y vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, jamás han mostrado a sus bebés, lo cual, además de señal de respeto hacia ellos -menores indefensos que aún no pueden opinar-, denota un sentido común básico en madres y padres.

Porque exponer a un bebé con fines políticos es, cuando menos, cuestionable. La imagen de Bescansa, Iglesias y sus compañeros de bancada, pasándose al rorro de brazo en brazo, raya el ridículo. A tanto no llegó ni la eurodiputada danesa Hanne Dahl, que en 2009 acudió a votar con su hija de dos meses, ya que no tenía con quien dejarla. En Bruselas y Estrasburgo ha habido más casos que sólo trajeron notoriedad a sus madres.

Tampoco es la primera vez que una política española lleva a su hijo a las instituciones. La senadora del PSC Iolanda Pineda acudió en mayo de 2012 a un pleno con su recién nacido para pedir que se instaurase el voto telemático que ya existía en el Congreso desde 2011. El pasado verano la diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid Mónica García llegó a las sesiones carrito en mano.

A Fidel Castro le gustaba rodearse de niños en sus discursos interminables, eran los pioneritos del régimen, el futuro de la gloriosa Revolución; en tiempos de Franco existían la OJE y la sección femenina para arrastrar a los jóvenes por el buen camino. Ahora se estila exhibir a un bebé en un escaño del Congreso de los Diputados. Queda por ver si Bescansa, "runner" confesa, aficionada a correr maratones -completó el de Rotterdam-, también se lleva a los retoños a las carreras.

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