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Ateos, escépticos y humanistas

Desvaríos de una sociedad incuestionablemente deudora de la religión católica

La universidad más prestigiosa del mundo, la de Harvard, cuenta con veintiséis capellanías: bahá'í, budista, hindú, católica, ortodoxa, metodista, adventista, zoroástrica, islámica, entre otras. En el campus existe también una capellanía en la que se agrupan humanistas, agnósticos, escépticos y ateos. Fue fundada en 1974 por Thomas Ferrick, después de haber abandonado el ministerio sacerdotal, que ejerció en la archidiócesis de Boston hasta 1969.

Actualmente hay capellanías humanistas en varias universidades de los Estados Unidos. Forman parte de la American Humanist Association, que, desde 1941, trabaja en favor de los derechos de cuantos sostienen que la realización del bien y el logro de la excelencia moral se alcanzan sin necesidad de creencias religiosas. "Buenos sin Dios" es el lema. Sin embargo, no se muestran indiferentes ante la religión. Además del Día de Darwin y de los solsticios, en el calendario humanista se señalan fechas conmemorativas de rupturas entre la Iglesia y el Estado o la ciencia y la fe. Son secular holidays. Como el 23 de diciembre, fiesta de la luz, la compasión, la razón y la esperanza.

Por otra parte, la habilitación de ministros humanistas, hombres y mujeres, para conducir celebraciones del matrimonio, nacimiento o muerte, así como de la variedad de vivencias personales o de grupo, no se desvía del surco de la formación para esa función en comunidades cristianas o judías de América. Y para ejercerla en las mismas condiciones legales que los rabinos y los clérigos. El uso de la estola, o de la kipá, o de ambas a la vez, como prendas rituales de los ministros de las celebraciones no teístas visibiliza la tradición religiosa de la que se proviene y a la que se aspira a suplantar. El lector curioso puede ver un muestrario de ornamentos en los sitios web Happy Humanist Stoles y Kit's Karma Creations.

El hecho de que una capellanía de humanismo ateo haya sido erigida en igualdad de condiciones que las de las confesiones religiosas, en una universidad privada y puritana de Estados Unidos, no es un fenómeno equiparable al de España en la última década en lo que se refiere a la consideración social de la religión. Aunque existan concomitancias en la pretensión de revestirse de su paño volviéndolo del revés: transformando una iglesia en restaurante, auditorio o pista de patinaje, la Navidad en saludo al sol, la cabalgata de Reyes en parade del mes nivôse republicano francés, Dios en Energía, Emmanuel en la Fuerza te acompañe, los Evangelios en guión de película provocativa, las hostias consagradas en teselas de un mosaico o las sacristías en almacenes de utillaje para carnaval. Es la irreverencia en compañía de la extravagancia. Emmanuel Todd lo atribuye a que la humanidad vive por primera vez sin ninguna creencia metafísica.

Este sociólogo judío francés ha publicado un ensayo, "¿Quién es Charlie? Sociología de una crisis religiosa", que ha suscitado una vehemente controversia sobre la situación en que se halla sumida actualmente Francia. "El fantasma del catolicismo habita en la izquierda", afirma. Son impactantes sus consideraciones sobre laicismo, religión y política, en una sociedad que se jacta de racional, moderna y liberada de costumbres anacrónicas, pero que sigue siendo incuestionablemente deudora -aun sin declararlo- del catolicismo. En él se han originado los valores de su predilección. Ahora, empero, parecen discurrir entre desconcertantes desvaríos, tal como G. K. Chesterton apuntó en su libro Ortodoxia: "El mundo moderno está lleno de viejas virtudes cristianas que se han vuelto locas".

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