Diego: "Tengo una prima veinteañera que está loca por Brad Pitt. No es que le guste, no, es que los fondos de pantalla de todos sus cachivaches (y tiene varios) están invadidos por la cara del actor. Sin embargo, de haberse informado antes de entrar en el cine a ver 'El árbol de la vida' se hubiera ahorrado un buen disgusto porque esa película sacó de las salas a muchos espectadores cuando se dieron cuenta de que no era precisamente un vehículo para lucimiento de la estrella. Mi prima no, mi prima aguantó para ver las escasas escenas de su amado Pitt. Y ha vuelto a cometer ese error con 'La gran apuesta', donde Pitt sale poco y no demasiado favorecido. Ella nunca me lo admitirá pero seguro que se llevó otro chasco. En fin, no es mi intención profundizar en el historial de decepciones estelares de mi prima sino llamar la atención sobre un hecho que siempre me ha desconcertado: ¿por qué la gente no se informa antes de ir al cine? Con las toneladas de información que hay lo más sencillo es documentarse antes de meterse en una sala para no salir escaldado y no dejarse atrapar por los cantos de sirena de los tráilers, que están hechos en muchos casos para engañar a la gente con un anticipo que luego poco o nada tiene que ver con lo que se verá en la pantalla. La información protege a los espectadores. Les guía para no crearse unas expectativas que luego no se corresponden con la realidad. Salir del cine mosqueado porque la última de Tarantino es un festín de sangre es absurdo: un paseíto con los ojos bien abiertos serviría para que no te pille por sorpresa y te permitiría elegir si te interesa realmente o no. Y si además averiguas qué hizo antes el director o fisgas unas cuantas críticas, las posibilidades de tirar el dinero y perder el tiempo se reducirán considerablemente. Se lo dije a mi prima pero no me hizo caso. Hace poco fue a ver 'La juventud' y se durmió. Me alegro".
