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El recambio del cambio

Pedro Sánchez quiere la Presidencia del Gobierno para traer el cambio a España; pero eso ya lo dijeron en su día Felipe González y hasta Mariano Rajoy. De izquierdas o de derechas, todos pretenden hacer lo contrario de sus predecesores, aunque a menudo acaben haciendo más o menos lo mismo. Ya lo dijo hace un par de siglos Alphonse Karr, famoso inventor de frases: "Cuanto más cambia algo, más es la misma cosa".

Básicamente se trata de cambiar de gobierno, bajo el principio inmutable del quítate tú para ponerme yo; si bien esto queda feo decirlo. De ahí que se apele al cambio del anterior cambio como método con frecuencia exitoso de trabajarse al votante.

"Por el cambio" fue en 1982 el lema del socialdemócrata Felipe González, que llevaba en su programa el reclamo de sacar a España de la OTAN. Luego convocó un referéndum para seguir bajo el mando militar de Estados Unidos y los españoles se lo aprobaron, igual que antes le habían votado por lo contrario. Al final hubo cambio, pero de opinión; lo que no impidió que González siguiera obteniendo el favor de sus electores.

El conservador Mariano Rajoy se presentó a las elecciones de 2011 bajo el eslogan: "Súmate al cambio". La palabra obró magias de "Ábrete Sésamo" para darle al ahora presidente en funciones una exuberante mayoría absoluta. Rajoy cambió de idea al subir los impuestos en vez de bajarlos, como había prometido durante la campaña; pero en todo lo demás es cierto que no paró de hacer mudanzas. Quitó una paga extra a los empleados públicos, redujo subsidios y acometió una reforma laboral que ahora pretende derogar -por el cambio, naturalmente- el candidato a la presidencia Sánchez. Y vuelta a empezar.

Aquejados del complejo de Penélope, los gobiernos de España van destejiendo lo que antes tejieron sus antecesores. Parece lógico, por tanto, que Sánchez haya pergeñado un programa electoral directamente inspirado en el de su presumible socio, Pablo Iglesias, que le da la vuelta al calcetín del gobierno de Rajoy: desde la derogación de las leyes de reforma laboral y de educación al beneficio de una renta mínima para todo español en apuros. Naturalmente, el agraciado por la cesión se apresuró a comentar que el programa del líder socialdemócrata "se parece mucho al de Podemos", lo que haría "sencillo" llegar a un acuerdo entre la parte contratante de la primera parte y la parte contratante de la segunda parte.

Temen los más ingenuos que este sea el comienzo de una revolución; pero en realidad se trata de un cambio del anterior cambio que había prometido Rajoy y, mucho antes que él, González. O lo que es lo mismo aunque no parezca igual: un recambio en los sillones del Consejo de Ministros.

Las experiencias previas sugieren que nada sustancial va a cambiar, empezando por el auténtico gobierno de España que tiene su sede en Berlín. El cambio que de verdad importa es más bien el de los valores en la Bolsa, que se desplomaron por el miedo del dinero a una nueva crisis mundial. Y eso sí que no hay pacto que lo cambie.

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