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Millas

El trasluz

Juan José Millás

Cómo acaba

Acabo de cerrar un libro raro. Se titula "Ante todo no hagas daño" (Salamandra) y su autor es un neurocirujano británico de 65 años que repasa en él sus experiencias como médico y como particular. Un aviso previo: no es un volumen apto para hipocondríacos dado que cada capítulo se abre con el nombre y la definición clínica de un tumor. Se trata más bien de una lectura para entrometidos. Iba leyéndolo en el metro cuando se me acercó un amigo que, tras saludarme apresuradamente, me preguntó qué hacía leyendo eso, como si me hubiera metido donde nadie me había llamado. La verdad es que siempre he desconfiado de donde me llamaban. De pequeño, un día, volvía del colegio y me llamó un señor desde un portal oscuro. No le hice caso y estoy convencido de que eso me salvó de ser violado. Nunca se lo había contado a nadie, no sé por qué rayos me ha venido ahora a la memoria. Quizá porque hay libros que me llaman a los que tampoco hago caso. Me fío más de mi instinto que de las llamadas. Y mi instinto me condujo hacia el libro del neurocirujano británico citado más arriba.

En cada capítulo nos cuenta con toda clase de detalles una intervención llevada a cabo en el cerebro, para lo que es preciso abrir la caja fuerte de hueso donde lo llevamos escondido. No hay combinación alguna para abrir esta caja, pero los cirujanos se las arreglan, no entraré en detalles. Lo raro es que, siendo el hombre tan grande y el cerebro tan pequeño, Henry Mars relata las operaciones como si él fuera muy pequeño y el cerebro muy grande. Esto se debe, entre otras cosas, a que trabaja con un microscopio quirúrgico que convierte una pequeña hendedura en una grieta que recuerda a aquellas en las que se refugian los escaladores de alta montaña. En esa grieta observada a través de los cristales de aumento se esconde un tumor que es preciso extraer sin dañar ningún órgano. Un pequeño fallo puede provocar una hemorragia incontenible o una parálisis perpetua en el paciente. Cuando llegas a la mitad de "Ante todo no hagas daño", adviertes que estás leyendo en realidad un libro de aventuras en el que te identificas con el paciente. Y no puedes dejarlo porque necesitas saber cómo acaba la intervención.

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