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Alberto Menéndez

Aversión mutua

Después de que en los dos últimos años el PP asturiano que dirige Mercedes Fernández facilitase la gobernabilidad de la comunidad autónoma al Ejecutivo socialista presidido por Javier Fernández -llegando incluso a pactar los Presupuestos del Principado- era difícil prever un cambio tan drástico en las relaciones entre ambos partidos, en la actualidad totalmente enfrentados, y con sus dos líderes enzarzados en continuas broncas parlamentarias; sin visos de una reconducción a corto o medio plazo.

Se repite así en Asturias el modelo de relaciones entre ambos partidos a escala nacional, en donde Mariano Rajoy y Pedro Sánchez no es que no sintonicen, es que se repelen sin matices. Y al igual que en Madrid es el perdedor, es decir, Pedro Sánchez, el que se niega rotundamente a cualquier posible acercamiento al ganador de las elecciones, Mariano Rajoy, también aquí, en el Principado, es quien quedó por detrás en los comicios de mayo, en este caso la popular Mercedes Fernández, la que no quiere saber nada del candidato más votado, el socialista Javier Fernández. Aunque a fin de cuentas quien sea el más proclive al desencuentro es lo de menos, lo que realmente importa es que tanto en España como en Asturias en este momento (ahora, no dentro de unos meses o después de unas hipotéticas nuevas elecciones) un acuerdo de cualquier tipo entre socialistas y populares es impensable. Y eso limita, y mucho, el debate parlamentario.

Populares y socialistas, al igual que el resto de las fuerzas políticas con representación en la Junta General, deberían recapacitar de una vez y analizar si realmente el clima de alta tensión que se vive en la Cámara desde hace ya demasiado tiempo es el más adecuado para recuperar la confianza de los ciudadanos y si (que es lo realmente relevante) sirve para algo, ayuda en alguna medida a superar los graves problemas que padece la comunidad. La única respuesta posible es que no, porque la falta de acuerdos, los constantes rifirrafes son una pérdida de tiempo, digan lo que digan los diferentes grupos políticos, los tradicionales y los de nuevo cuño. Lo fácil, que es lo que están haciendo, debería dar paso a la nueva política, pero de verdad, y dejarse ya, de una vez, de especulaciones electoralistas.

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