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No es normal

El Real Oviedo es una fuente inagotable de experiencias pero cuando creíamos haber visto casi todo, no se vayan todavía: aún hay más. El club ha vivido situaciones tan intensas como extremas y ahí sigue, a una semana de cumplir los 90 años de existencia.

No es habitual que un entrenador se vaya cuando goza del respaldo de la afición. En el mundo del fútbol los relevos de los entrenadores suelen ser, casi siempre, a demanda de las sufridas parroquias, pero hasta en eso el Real Oviedo es diferente. Que un día laboral y en horas de trabajo se den cita en el estadio de La Ería cientos de aficionados para despedir a un entrenador al grito de "te quiere la gente del Tartiere" algo querrá decir, cuando esta misma afición abucheó y pidió incluso la dimisión de Jabo Irureta, el único entrenador que llevó a los azules a Europa y que acabó perdiendo la confianza de alguna figura de aquella plantilla.

No es normal que una plantilla se una para expresar su rechazo al "míster" justo después de perder dos partidos consecutivos por primera vez en temporada y media, como tampoco es muy habitual, reconozcámoslo, que se le quite el brazalete de capitán a un símbolo del club que renunció a un contrato de Primera para jugar en Segunda B y tras no perderse ni un partido en una temporada en la que sólo valía el ascenso. Y no es normal la frialdad de una parte vital de la institución hacia un profesional que no ha tenido una mala palabra, de cara a la opinión pública, y que a la vista de su reacción y decisión debe de haber tragado sapos y culebras. Pero serán cosas de los códigos? Por cierto, en este sainete inesperado tampoco es nada normal, pero ciertamente muy de agradecer, que el máximo accionista, Arturo Elías Ayub, fuera el primero en hablar con claridad del divorcio existente entre la plantilla y el técnico después de una nota del club tan opaca como escueta.

Total, que a estas alturas las plantillas de los próximos rivales del Real Oviedo -el Alcorcón y la Ponferradina- deben estar frotándose las manos porque un equipo que va tercero en su retorno a la Liga Adelante tras más de doce años fuera del fútbol profesional se acaba de meter una presión tan gratuita como desproporcionada. De golpe y porrazo el Real Oviedo ha entrado en una dinámica que recuerda estrambotes como los vividos en aquel Real Madrid de Florentino Pérez que se permitió la licencia de despedir a un Vicente del Bosque que en cuatro temporadas había ganado dos Ligas y otras dos Ligas de Campeones porque no tenía glamour para vender camisetas, o en aquel otro de Ramón Mendoza que despidió a Antic yendo líder en una Liga que luego acabarían perdiendo los de Concha Espina. Malos precedentes, aunque sólo eso, precedentes, para un Real Oviedo al que le espera el tramo más decisivo de la temporada. Raras veces un cambio de timón tan brusco suele dar resultados en el corto plazo. Queda esperar que el club vuelva a salirse de la norma y sea la excepción a una regla que en el fútbol se repite muy a menudo para que una temporada ilusionante no acabe en frustración más por las formas que por la clasificación en la tabla.

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