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Y en eso llegó Barack

Obama se pasea por La Habana paraguas en mano y Mourinho, menos audaz, tiene pinta de irse a Manchester. Obama sacará buena nota en este movimiento suyo, sabrá caer bien. El don de gentes, en política, es una virtud. Su ausencia- de eso sabemos en España cada vez más- un defecto. Permítame, por respeto al respeto, insistir en la cita de Fernando de los Ríos hecha por Pedro Sánchez en fecha aún cercana. Tenemos en España pendiente la revolución del respeto, nos recordó el candidato Sánchez. Y desde entonces acá ¿cuánto avance hemos hecho en empeño tan ambicioso? ¿Hay más respeto ya? ¿Alguien predicó con el ejemplo en la arena política sin que nos diéramos cuenta? La liquidación del bipartidismo sigue por ahora su carrera de éxitos, y quienes nos dicen que el pueblo español les ha encargado que pacten se muestran, ay, incapaces de pactar. No será por respeto: el insulto en el ágora política- y en otras también- es considerado del todo admisible. Se entiende que quienes lo usan lo consideran necesario. Y quienes entre exhortaciones al respeto se pusieron como chupa de dómine muestran menos destreza, pero muchísima menos, en el acuerdo que en el improperio. Hay que ver qué cosa tan patriótica. Es que no hay manera. Dice Albert Rivera, citando a Adolfo Suárez, que hay que llevar a las instituciones los que ya es normal en la calle. La frase es admirable, pero al candidato Rivera se le olvidó el contexto. Y cómo está la calle.

Precisamente porque el respeto anda más o menos- por poner un ejemplo- como el Valencia Club de Fútbol de estas semanas, traer la calle como referencia exige matices. Sorprende que en los tiempos de Internet, en los que tan fácil es comparar lo de casa con lo de fuera, no se haga un estudio serio de cómo están las calles de los distintos países de la Europa occidental de hoy mismo. Y los parlamentos, claro. La comparación sería intructiva a más no poder.Y así, mientras nuestros representantes- ¿qué habremos hecho para merecérnoslos? siguen respetándose celtibéricamente a golpe de desplante, Obama se va a Cuba con el aire, tan seductor en política, de quien no pierde un minuto con chorradas. Y Mourinho prefiere las humedades de Manchester. En Madrid, Mourinho se preocupó de las relaciones públicas a su manera; consideró conveniente algún gesto de demagogia y se llevó de manera muy particular con un vestuario de gran densidad de egos por metro cuadrado. Zidane, cocinero francés y muy listo antes de que el florentinismo lo haga fraile, prefiere conducirse con discreción. Zidane sabe mucho de respeto, lo utiliza bien, no lo predica. Y sabe dónde está. Obama y su paraguas, la imagen del mes.

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