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Profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo acreditado como catedrático

Sobre las reglas del juego del "Brexit"

Una respuesta a las dudas surgidas sobre la calidad democrática del referéndum convocado en el Reino Unido sobre la salida de la Unión Europea

1 El resultado de una consulta popular no la hace más o menos democrática; la decisión de salir de la Unión Europea es tan democrática como lo sería la de permanecer. Lo relevante es el procedimiento y éste exige que la pregunta sea clara y que las personas con derecho de voto cuenten con la información suficiente para saber qué se está decidiendo y qué consecuencias cabe esperar de una u otra. Es probable que en este caso no toda la información estuviera sobre "la mesa" o que en el debate público se colaran mentiras y manipulaciones pero en una sociedad plural existen medios de información diferentes y los propios poderes públicos son los primeros que deben garantizar la existencia de un mínimo conocimiento informado de los intereses en presencia. En consecuencia, parece de "mal perdedor" criticar la consulta si el resultado es distinto al esperado y/o querido.

2 Entre las reglas del juego que presiden una consulta popular puede establecerse, dada la relevancia de la decisión y su no fácil revocabilidad, un quórum mínimo de participación e, incluso, una mayoría cualificada para que la decisión final sea vinculante; por ejemplo, que participe al menos la mitad del electorado y que la tesis mayoritaria lo sea, como mínimo, con la mitad más uno de los votos. Podría, puestos a ser muy exigentes, preverse una mayoría superior para la salida -alteración del statu quo- que para la permanencia, pero, sin entrar ahora en esa minoración de la regla de la equivalencia de las opciones, tal cosa ha de saberse antes de la consulta, no siendo argumento para deslegitimarla que el 51,9 se imponga al 48,1.

3 En relación con el cuestionamiento de la propia institución del referéndum para tomar decisiones de esta índole, la conclusión coherente sería sostener que esos ciudadanos que votan "así" en estas consultas no están tampoco capacitados para elegir "de manera inteligente" en un proceso electoral; postulen, pues, el sufragio "capacitario".

4 Decía Thomas Jefferson que el Estado es un asunto moral para el labrador y para el profesor. El primero lo decidirá tan bien como el segundo. La pertenencia a la Unión Europea no es de mayor calado moral, por lo que la decisión del labrador de Gales es tan buena como la del banquero de la City.

5 Pero admitiendo el argumento de que en una consulta popular se pueden tomar "decisiones equivocadas", el riesgo de que tal cosa ocurra no desaparece con la eliminación de los mecanismos de participación ciudadana, pues si en una sociedad ha calado hasta ese punto una determinada idea no es descartable que esa misma medida sea tomada en sede representativa por los que dicen expresar la voluntad del pueblo.

6 Que en la "cuna del parlamentarismo" se hayan celebrado en menos de dos años dos consultas populares extraordinariamente importantes (sobre la independencia de Escocia y sobre la salida de la Unión Europea) evidencia que la "fatiga del parlamentarismo" de la que hablaba Hans Kelsen hace casi 100 años puede combatirse fortaleciendo el elemento democrático al hacer "partícipe [al pueblo] en la legislación en mayor medida de lo que es común en el sistema del parlamentarismo donde el pueblo queda limitado al acto de la elección" (Esencia y valor de la democracia).

7 Resulta impensable, en términos democráticos, que el Parlamento pueda "desoír" lo que ha decidido el electorado británico.

8 También resulta impensable, en términos democráticos británicos, que un primer ministro que "pierde" una consulta de este tipo permanezca en su cargo pocos minutos después de conocerse los resultados oficiales. Sería saludable que en nuestro país se tomara nota de esa parte de la "lección" y no exclusivamente por quien desempeña cargos institucionales; también por el que encabeza una opción política o electoral derrotada claramente en las urnas. Estaremos atentos a lo que ocurre la noche del 26 de junio.

9 Si un grupo no despreciable de ciudadanos de un país prefiere no seguir perteneciendo a un club que, como diría Groucho Marx, admite a gente como ellos, quizá los demás miembros del club deberían preguntarse si no tienen una idea demasiado elevada de lo que esa pertenencia supone.

10 Cualquier proceso de construcción política -habría que asegurarse de que la Unión Europea lo es- está jalonado de avances y retrocesos, de inclusiones y exclusiones. Por ello, la salida del Reino Unido no es el fin de la Unión Europea; pero sí puede ser una muestra de que la Unión Europea todavía no ha conseguido ser esa "patria mayor" que reclamaba Albert Camus.

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