Las mayorías absolutas tienden siempre a aislar a los partidos que las obtienen. Eso es lo que le ha pasado al PP de Mariano Rajoy. Cuatro años sin necesitar de nadie, ni en el Congreso ni en el Senado, le han llevado ahora a iniciar la nueva legislatura (como ya sucedió en la anterior) en la más completa soledad. Los populares se ven obligados a recomponer las relaciones con el resto de fuerzas, a aceptar su nuevo estatus de mayoría minoritaria (muy minoritaria), lo que no le va a resultar nada fácil. Pero o lo hace o probablemente se encuentre con sorpresas desagradables.
La prepotencia debe dejar paso a la humildad. Una nueva actitud que debe abarcar a todos los estamentos del PP, desde la dirección nacional a las ejecutivas de las diversas comunidades o a los gobiernos regionales. Y así parece que lo ha entendido la cúpula dirigente del PP asturiano que encabeza Mercedes Fernández. No es éste el momento de alentar fricciones con otros partidos, sino el de buscar aliados que le permitan a Rajoy ser investido presidente.
Por supuesto que lo primero que debe intentar el líder popular es el acercamiento a Ciudadanos, el PNV y Coalición Canaria. Pero es que incluso con los votos de estos tres partidos no le sería suficiente para ser investido como jefe del Ejecutivo. Sin el apoyo explícito o implícito de todos o de algunos de los diputados del Grupo Socialista el Congreso rechazaría su candidatura a la Presidencia del Gobierno.
Y en esas andan los máximos responsables de los populares asturianos, en procurar convencer a los socialistas de la región de que en el debate interno abierto en el PSOE se alineen con el sector favorable a facilitar la investidura de Rajoy. Mercedes Fernández conoce de sobra la animadversión mutua que se profesan el socialista Javier Fernández y los dirigentes de Podemos y que ello puede ser una baza a su favor. Pero es que, además, también está en juego la gobernabilidad del Principado.
