Hace unos días coincidí con la opinión de Felipe González, empeñado en que Rajoy sea investido presidente del Gobierno y ayer domingo emparejé también con Javier Fernández -cada día me cae mejor- al declarar que "el PSOE se equivoca si busca una alternativa imposible a Rajoy" así que hoy mismo le pido hora para una consulta al doctor Bobes, eminencia en el panorama de la psiquiatría, porque los síntomas apuntan a lo peor. Voy a necesitar una terapia intensiva salvo que sean precisamente ellos, González, Fernández y los socialistas convencionales, los que han perdido el oremus y corren desesperados hacia las coordenadas en las que nos movemos los malditos liberales y tal y tal y tal. En ese caso habría que reabrir la Cadellada y multiplicarla por mil.
A mi juicio, si es que aún puedo hablar en tales términos, existen dos PSOE. El de siempre, el de Suresnes -que nació liquidando al anterior, que venía de la República y antes aún- y el de ZP sobre cuyos orígenes no me atrevo ni siquiera a especular. En Venezuela se ve meridianamente: González apoya a la oposición democrática y ZP al Gorila Rojo y sucesores.
Facilitar la investidura de Rajoy es de sentido común. A la vuelta de dos años, quizá solo uno, se lo comerán entre unos y otros y la Moncloa les quedará al alcance de la mano. La doble perspectiva socialista sin embargo va por otro lado. Y es que Podemos es puro ZP: lo que está en juego es otra OPA hostil en la izquierda. Nada menos.
(Para la terapia de esta semana se recomienda vivamente la "Sinfonía incompleta", de Schubert).