Gaspar Llamazares, portavoz de IU en la Junta General del Principado y su gran referencia actual en la región, ha amenazado con romper los acuerdos alcanzados con el PSOE (que facilitaron la elección de Javier Fernández como presidente del Ejecutivo autonómico) si los socialistas permiten, por activa o por pasiva, que el PP siga gobernando en España. Cierto es que el respaldo de IU posibilitó la investidura del líder de los socialistas asturianos, pero también lo es que desde entonces el apoyo de la coalición no ha servido para nada más. Porque PSOE e IU no suman los diputados suficientes para sacar adelante sus propuestas. Para que haya un auténtico pacto de izquierdas necesitan obligatoriamente a Podemos y los seguidores de Pablo Iglesias han dejado meridianamente claro en repetidas ocasiones que no están por la labor.
Por lo tanto, en las actuales circunstancias, las amenazas de Llamazares tienen sólo un valor simbólico, testimonial. Sí, IU puede dejar al Gobierno autonómico socialista en la más absoluta soledad, pero a fin de cuentas, en la práctica, esto no significa nada. Otra cosa es que el PSOE asturiano, y más en concreto su secretario general, no quieran más frentes abiertos. Pero sin los diputados morados el pacto de izquierdas es una entelequia.
Ahora sí, lo que es evidente es que IU de Asturias debe hacer algo, debe reactivarse, si no quiere ser absorbida por Podemos como está sucediendo en la mayor parte de España. Y en el Principado, tras ser marginada por los podemistas en las listas conjuntas del 26-J y asumir su coordinador autonómico, Manuel González Orviz, el fracaso electoral (por lo que dejará el cargo) sólo les queda la baza de Llamazares. Éste, en el punto de mira del partido morado, deberá hilar muy fino para diferenciarse de los socialistas y a la vez no dejarse llevar por la frontal oposición y el catastrofismo que caracterizan a Podemos en Asturias.
