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Sol y sombra

El talento desperdiciado

Frente a tanto necio, emerge la figura de Josep Borrell. Lo haría también en un contexto de inteligencia, porque el exministro socialista y expresidente del Parlamento Europeo es una personalidad brillante allá donde se la sitúe. Uno lo escucha exponer sus argumentos claros, precisos, contundentes en cualquiera de los asuntos que tanto nos atribulan y, sin embargo, producen reacciones mediocres por parte de quienes tendrían que ocuparse de ellos, y lo primero que piensa es que Borrell pertenece a un mundo distinto, que es incluso un marciano intentando explicarle a los terrícolas celtibéricos conceptos que jamás entenderán.

Últimamente lo hemos visto vapulear dialéctica y conceptualmente a Oriol Junqueras, que fue incapaz de contestar una sola de las preguntas que le planteó sobre el juego-trampa que practican los separatistas catalanes y que él desmonta en su libro "Las cuentas y los cuentos de la independencia". Borrell, dueño de un magnífico expediente académico, maneja las preguntas adecuadas y tiene respuestas para casi todo. No se trata, como es natural, de obviedades, sino de argumentos sólidos y muchas veces irrebatibles sobre Europa o el "Brexit", que él mismo desliza con ese punto de crueldad que acompaña a la inteligencia cuando tiene que enfrentarse a la estulticia.

A Borrell, quizás por ser demasiado inteligente, su propio partido, el PSOE, le segó la hierba donde pisaba para impedirle ser el mejor de sus líderes. A partir de ese momento los socialistas empezaron a labrar la tragedia intelectual posterior que culmina en Pedro Sánchez. Sin falta de mencionar a otros dirigentes mediocres, midiendo a Sánchez y a Borrell resulta imposible no percibir la decadencia.

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