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Licenciado en Historia del Arte. Experto en gerencia de entidades socioculturales

Babayaes en torno al Revillagigedo

Creo que a nadie le duele más la situación actual del Palacio Revillagigedo que a mí mismo ya que de alguna manera dejé mis mejores años al frente del mismo luchando y consiguiendo mantener niveles culturales equiparables a centros internacionales de primera línea. Y rompo aquí mi auto prometido silencio al escribir lo que sigue.

Después de mi dirección del Cetro Internacional de Arte, ha sido fehaciente que no fui sustituido por profesionales adecuados hasta nuestros días como la historia lo está constatando. Más bien fueron gentes bien mandadas en propiciar día a día la muerte del Centro con el apoyo de la superestructura asturiana.

El crimen se programó pensando en otros intereses y por supuesto ninguno que tuviese que ver con el arte y/o con la cultura con Asturias y/o con Gijón. Y quienes han colaborado de manera activa continua y perseverante han sido en primer lugar los políticos ignorantes e indiferentes al bienestar cultural de la sociedad, egoístas y pendientes de sus propios intereses ya sean de sitiales y sabrosas dietas que cobraban en la Caja y el resto de políticos pendientes más, como siempre estamos viendo, de su propio partido, de los créditos propios o partidarios de y de las muy variadas nimiedades de los asuntos locales o provincianos sin mayor transcendencia económica y social. Porque el Centro Internacional de Arte Palacio Revillagigedo tuvo también su importancia en la economía local y regional.

Estos políticos, y algunos antecesores, muchos de ellos todavía coleando, han vivido el declive y la muerte del Centro Internacional de Arte en el mayor de los silencios, mientras alimentaban sus gaznates con los que ahora mismo chillan. Ítem más, los colaboradores necesarios para esta muerte anunciada también han sido los artistas, los comentaristas de arte, los pertenecientes al sector cultural, la prensa generalista, la Universidad, que no han levantado sus voces. Como mucho, variados cuchicheos temerosos que me hacían en los encuentros casuales. Harto de tanta miseria, hace un par de años, más o menos, hablé con algunos responsables políticos de esta situación con resultado cero, como se está viendo.

Y ahora parece que el ciego de Jericó empieza a ver y toda esa superestructura se retuerce como plañideras rasgándose las vestiduras y, lo peor, haciendo baja política de acuchillamientos mutuos. Y para más inri ahora viene el Conde a revolver la mierda. Bien hecho está porque parece que ese fue el último catalizador. Pero el Conde, por sí mismo, debería mantener un discreto silencio que le quedaría mejor, mucho mejor, al traje de su interesada nobleza.

¡Qué caray! El Conde no dono nada, ni él ni su padre, el también Conde. Esa familia permitió y llevó su dejadez y decadencia sobre una de las piezas arquitectónicas más importantes de la ciudad y de su familia hasta la ruina más atroz. Como siempre ocurre cuando la propiedad privada se ve imposibilitada de solucionar sus problemas, mantener el edificio, restaurarlo, consérvalo etc., acude a cómo hacer platita del mismo. Ahí está la hemeroteca de cuantos movimientos se pretendieron con el Palacio, desde intentar venderlo al Estado para un posible parador, si no recuerdo mal, hasta acabar "bien pagao" en el Pleno de la Corporación gijonesa por mor de que los intereses de los apellidos y relaciones de la alta burguesía con la aristocracia provinciana se acunaban juntos. Por tanto, aquella ruina que había que respetar conservar y restaurar y que no hizo esta familia que hoy grita al cielo se vendió al Ayuntamiento, y de él obtuvieron un buen peculio para su tiempo y para el estado en que se encontraba y para las obligaciones que entrañaba. Esta historia tiene parangón en la que el mismo Conde nos cuenta de su propiedad en Deva y de sus proyectos económicos futuribles que esperemos no terminen como aquel encima del Consistorio.

Por las presiones políticas desde el Ayuntamiento, una vez terminada la restauración horrorosa y desquiciada en su interior, se traspasó a la Caja de Ahorros de Asturias. Las primeras pretensiones de los funcionarios culturales del Ayuntamiento por aquel entonces, mandamases algunos vivos y coleantes aún, representantes de la bien llamada sombra cultural que tanto daño hizo a Asturias durante décadas, eran que la Caja pusiese la pasta para que ellos en la sombra, que nunca dio la cara, programasen y gestionasen el Palacio. Tal vez si hubiesen logrado estos objetivos hoy no existiría esa entelequia llamada Laboral. Mi desgracia ha sido la de no saber plegarme, tener mano dura y objetivos claros y como nómada no importarme la trashumancia y así se abortó tamaña inmoralidad y desde la Caja La Obra Social y Cultural nos hicimos cargo de la gestión y también de la programación de un creo que exitoso Centro de Arte que llevó a tener prestigio importante y conexiones internacionales. Y todo esto para qué, para llegar a esta aberración de los mercadillos, cenas y demás acciones impropias de un lugar emblemático.

Y volviendo a los mensajes del Conde sobre esa idea de recuperar el palacio por no adecuado a no sé qué objetivos que no estaban sobre la mesa en su venta, es absolutamente risible. Y esa otra boutade de hacer del palacio un mausoleo para su familia, ahora que está rehabilitado y acondicionado, usándolo de archivo histórico de la familia, habría que preguntarse si habla de hacerlo con dinero propio u otra vez con el dinero público y por ende tampoco se aclara si allí se depositarían los originales propios y todos o sería meramente un cubo de basura de fotocopias de documentos que se encuentren en Madrid o por ahí. Pensar en ese final para el Palacio y ese dispendio para loor y gloria de los Revillagigedo no merece la pena dedicarle ni un segundo.

Antes de haber sido yo Jefe de la Obra Social y Cultural de la Caja, en un periodo anterior, fui Secretario del Consejo de Administración de la Caja y, posteriormente, ocupé puestos de responsabilidad que me mantuvieron muy cerca de los ámbitos del poder político que flujeaba sobre la Caja. A qué viene esto. No lo digo por pura vanagloria que a mi edad y situación me hastía y repugna, sino para manifestar que tengo conocimiento suficiente de los menudillos con los que se cocinaron tantas y tantas cosas en Asturias y que mi pudor me obliga a olvidar o archivar en la memoria prístina que pronto morirá y que deseo no sacar jamás a la luz porque estamos tan enmerdados que convendría tener una visión aunque sea falsa de un futuro mejor.

En definitiva, quienes tienen que responder ante la sociedad son los políticos con nombres y apellidos que se sentaron con poder en el consejo de la Caja permitiendo esta degradación y el resto de la superestructura, Ayuntamiento, Principado, Universidad, críticos de arte, artistas, asociaciones culturales, etc. Que bien le viene la frase a Boabdil, aunque si hubiese real interés de investigar los porqués las lenguas no hablarían banalmente.

Ahí está el muerto, el Palacio, y bien muerto que está, y desprestigiado, que es lo peor porque a ver quién es el guapo que lo rescata con la dignidad del Centro Internacional de Arte que fue. Sigan rasgándose las vestiduras, digan pretenciosos y vanos discursos que como decía mi abuela solo son babayaes.

Creo que pocos habrá, si los hay, que sepan mejor que yo la intrahistoria del Palacio como Centro de Arte, origen y muerte, pero nadie tocó a mi puerta para saber algo de algo. Si no fuese por lo serio que para mí es esto, todo me haría reír hasta reventar aunque como nómada que me siento, nada mejor que nuevos aires y dejar ese túmulo ya maloliente.

Epílogo. Hoy lloran por esto, hasta que el adanismo imperante se pregunte un día ya tarde algo tal vez más importante. Dónde está el patrimonio cultural de la Caja, patrimonio cultural de Asturias, obtenido en su inmensa mayor parte por la acción de la Obra Social y Cultural de la Caja de Ahorros de Asturias. Algunos de nuestros próceres, ridículos y aldeanos sabedores de mucho, callan y otros, ciegos por dejadez, tal vez griten cuando tal patrimonio termine en la bolsa del banco nacional "X" o del banco extranjero "Y".

Viva la Pepa y que venga ya Nerón. Lo demás ya lo dije, babayaes.

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