La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Sábana de brumas

Una inmensa sábana de bruma cubrió ayer el cielo de Gijón desde bien entrada la mañana. Era una panza de burra que no disipaba, aun a media tarde, las dudas sobre si sería posible escenificar la noche de los fuegos a causa de la dictadura implacable de la niebla, inexplicable en pleno agosto salvo para los meteorólogos, que tienen explicación para cualquier fenómeno que a los profanos se nos antojan bíblicos.

Era una bruma marina, oceánica, puesto que a escasos kilómetros de la costa de Gijón lucía un sol de bandera. Parecía, desde la ventana, un velo suave y etéreo que, pleno de hastío por el reposo obligado, se elevaba y atravesaba sinuoso el cristal quebradizo de la espuma tranquila de las olas.

Vista desde el Muro, desde la senda empinada que conduce a La Providencia, esa niebla escondía facciones de mirada vacía. Se trataba de una tela apenas perceptible que, en la imaginación desatada de quien esto escribe, parecía cosida con las vidas que tragó el océano, espectros que en ocasiones huyen de la cárcel de sollozos del fondo marino, caudaloso en desgracias, para reclamar sufragios de alma a los vivos. Y qué mejor fecha para el desfile inesperado de esta güestia, de esta santa compaña de fantasmas marinos que no encuentran descanso, que las vísperas mismas de Begoña, cuando la ciudad hierve en fiestas.

Compartir el artículo

stats